Ya tenemos claro hace tiempo que Pedro Sánchez y su tropa son expertos mundiales en postureo y en “cambiar de opinión”. Tan bien lo hacen, que han convencido en las pasadas elecciones generales del 23J a 7,7 millones de españoles de que todo vale con tal de que no gobierne la “derechona”:

  1. Han asegurado, una y mil veces, que no iban a indultar a los condenados por el process ni a rebajar las penas por sedición y malversación y después “cambiaron de opinión” y blanquearon a los políticos catalanes que intentaron dar un golpe de Estado y malversaron dinero público.
  2. Antes de las elecciones del 23J, dieron su “palabrita del Niño Jesús” de que jamás impulsarían una amnistía para convertir a los malos (Puigdemont y su tropa) en buenos borrando de un plumazo sus delitos y a los buenos (los jueces y las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que aplicaron las leyes) en malos de la película y después “cambiaron de opinión”, porque tenían que dar un volantazo “en el interés de España y en defensa de la convivencia” a cambio de los siete votos de Junts y de y de los siete votos de ERC.
  3. También se hartaron de pregonar a los cuatro vientos que no iban a pactar jamás con Bildu, los herederos de la banda terrorista ETA que asesinaron a casi 1.000 personas, e incluso Sánchez dejó para la historia su contundente afirmación “si quiere lo digo cinco veces o veinte, con Bildu no vamos a pactar” y ahora vuelve a cambiar de opinión y regala la alcaldía de Pamplona a Bildu a cambio de sus 6 votos en el Congreso de los Diputados.

Son tres ejemplos claros de que Sánchez no tiene palabra, ni principios, ni respeta ninguna línea roja y que su único objetivo es imponer su hoja de ruta a toda costa. Uno de los ejemplos más palmarios de su falta de escrúpulos se centra en su política de sostenibilidad ambiental, uno de sus pilares ideológicos para convencer a los incautos de que tiene una sensibilidad probada en la lucha contra el cambio climático.

Sin embargo, volvemos a revelar la verdadera cara de este Jóker, que se ríe de todo y de todos, y que este pasado fin de semana volvió a ejercer de maestro trilero y montó un acto oficial en el astillero Navantia de Ferrol, como disculpa para volver a utilizar el famoso avión Falcon en un trayecto desde Madrid al aeropuerto de Alvedro en A Coruña y, al finalizar, aprovechar el avión del Ejército del Aire para volver a volar durante 10 minutos desde A Coruña a Santiago de Compostela, para asistir a un acto de partido donde presentaba oficialmente al candidato socialista a la Xunta de Galicia, José Ramón Gómez Besteiro.

¿Realmente, Sánchez está comprometido con un medioambiente sostenible? La respuesta es claramente negativa. Cada vez que Sánchez utiliza el Falcon para viajar, se gasta de media 5.600 euros por cada hora de vuelo, entre combustible, mantenimiento y el salario de la larga lista de personal que lo acompaña. El avión oficial del presidente del gobierno de España consume más de 1.000 litros de queroseno por hora y emite a la atmósfera dos toneladas de CO2. Echen las cuentas: 45 minutos de vuelo para ir de Madrid hasta A Coruña, 10 minutos para volar de A Coruña a Santiago y otros 45 minutos para regresar a Madrid. Un alto precio para asistir a un simple mitin del PSOE gallego.

¿Está justificado montar la disculpa de un acto oficial en Navantia Ferrol para que Sánchez le ahorre gastos al PSOE en un acto político, a costa del dinero de todos los españoles? ¿Era realmente necesario ir de A Coruña a Santiago en Falcon? Estas dos preguntas se contestan solas y es la clara demostración de que, una vez más, en Sánchez todo es postureo; también su apuesta por la lucha contra el cambio climático.

Finalizamos haciendo mención del vídeo que ilustra esta noticia. Ya mencionamos la larga lista de incumplimientos de Sánchez con Galicia, entre los que destaca el estado lamentable de la autovía A-6, especialmente a su paso por la provincia de Lugo, donde es casi imposible transitar por el carril derecho por el terrible estado de la calzada y los enormes perjuicios que causa, cada día, la caída del puente a su paso por Vega de Valcarce, debido al nulo mantenimiento de la infraestructura, que nos condena a atravesar Pedrafita do Cebreiro y transitar por la N-VI en doble dirección, con el tráfico de vehículos y mercancías estrangulado. Hay que recordar que el gobierno de Sánchez decidió abordar solo la construcción de un solo ramal del puente y descartó realizar la obra en los dos ramales al mismo tiempo, por unos simples 30 millones. Ahora vendrán a inaugurar un ramal en plenas elecciones autonómicas, pero recuerden que todavía vamos a circular en doble dirección hasta que construyan el otro ramal pendiente.

En el vídeo pueden comprobar el kilométrico atasco de vehículos en el regreso del puente de diciembre. Los sufridos conductores no tienen la suerte de Sánchez de contar con un Falcon, para evitar los embotellamientos de una arteria viaria que debería de conectar de forma fluida Galicia con el resto de España.

Parafraseando al irrepetible Jesulín de Ubrique, la actitud de Sánchez se puede resumir en dos palabras: IN-SOSTENIBLE. Tanto desde el punto de vista político, como desde el punto de vista medioambiental. No nos extraña nada, porque todavía recordamos el bochorno internacional que nos hizo pasar su ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, que llegó en coche a un acto europeo en Valladolid y a unos metros se bajo del vehículo oficial y se montó en una bicicleta para llegar a la puerta en un “transporte sostenible” y, asombrosamente, no dimitió ni la cesaron y sigue cobrando todos los meses. Lo dicho, postureo y mentira con tal de captar adeptos a la “causa progresista”.