Desde 2008 a 2022, el poder adquisitivo del grupo poblacional que tiene entre 16 y 29 años ha caído un 11,2%
Desde la crisis de 2008, la generación de los “millenials” (los nacidos entre los años 90 y 2000) ha experimentado una incorporación al mercado laboral con sueldos bajos y sobre cualificación para los puestos de trabajos que ocupan. Se les dijo que era algo momentáneo, debido a la crisis que experimentaba España entre los años 2008 y 2012, pero 15 años después se puede afirmar que es coyuntural: la economía española es la que drena la riqueza generada por los jóvenes de la generación millenial.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) desde el año 2008 al 2022, el poder adquisitivo del grupo poblacional que actualmente tiene entre 16 y 29 años ha caído un 11,2%. No solamente su poder adquisitivo baja, sino que las cotizaciones sociales para pagar las jubilaciones actuales subirán un 0,7% de cara a 2024; el llamado mecanismo de equidad intergeneracional. Además, las cotizaciones subirán un 1,2% para pagar las pensiones actuales de cara al final de la década.
Con este panorama, los jóvenes que trabajan ven que no pueden acceder a una vivienda y que incluso el carné de conducir es un lujo. Y es que el número de conductores, en la franja de edad comprendida entre los 20 y 25 años, ha bajado un 30% desde el año 2008. La subida del precio de los coches, así como su mantenimiento, no se ha visto reflejada en los sueldos de los jóvenes por lo que, hoy por hoy, sacarse el carné de conducir no compensa. Con respecto a la vivienda, el alquiler en ciudades como Madrid o Barcelona constituye más de 50% del sueldo medio de este grupo poblacional, lo que hace que la emancipación se retrase hasta los 30 años en España.
La pregunta que hay que hacerse es ¿dónde va el dinero que no están ganando los jóvenes? Comparando la generación actual de los millenials con generaciones anteriores, en primer lugar, el aumento de impuestos (medido en cotizaciones sociales, impuestos directos e impuestos indirectos) hace que haya una transferencia de renta desde los jóvenes a otros grupos poblacionales o que directamente el Estado se quede con su dinero. La pérdida de poder adquisitivo hace que los jóvenes no puedan ser propietarios de bienes raíces, como lo fueron sus padres a su edad. Y ya de tener hijos ni hablamos. Si los jóvenes no pueden tener una independencia financiera, las cifras de natalidad caen a mínimos históricos, tan solo sostenida por la inmigración.
Cuando la generación boomer se retire, entre esta década y la siguiente, habrá un 50 por ciento más de pensionistas, llegando a los 15 millones en total sobre una población de España de unos 48 millones de habitantes.
Los receptores de las transferencias desde los jóvenes es la generación “boomer”, llamada así por nacer a partir del baby boom que ocurrió en España en los años 60 y principios de los 70. Los boomers son los propietarios de la mayoría de los inmuebles que son alquilados a los millenials, por lo que reciben sus rentas. Se estima que cuando la generación boomer se retire, entre esta década y la siguiente, habrá un 50 por ciento más de pensionistas, llegando a los 15 millones en total sobre una población de España de unos 48 millones de habitantes. Y en este caso, también son los millenials los que le pagan la pensión a los boomers; pues a pesar de haber cotizado éstos últimos durante 40 o 50 años, las pensiones que recibirán son muy superiores, de media, a las cotizaciones que ha realizado durante su vida laboral.
Con esta situación, los millenials (y sus generaciones adyacentes) cada vez se sienten más desapegados de su trabajo. Pues reciben un salario con el que no pueden cumplir su destino biológico, que es crear un nicho con descendencia, y están cotizando para unas pensiones que no van a recibir.
Ante esto ¿cuál es la salida que buscan los jóvenes? La emigración, forzada por el desencanto de la situación que viven en su país. Obviamente la emigración de los millenials no tiene nada que ver a la que tuvieron que realizar sus abuelos durante los 50 primeros años del siglo XX. La diferencia fundamental es que a inicios del s. XX, España era considerado un país en vías de desarrollo, mientras que en pleno s. XXI, España se considera un país desarrollado.
La segunda derivada de un país desarrollado que no puede brindar una vida a su población joven provoca que su economía esté abocada al desastre en el futuro. Cada vez más, el sustento de las familias está siendo la pensión de los jubilados, en lugar de los sueldos de los miembros en edad de trabajar. Esto hace que la población sea dependiente del Estado y estemos migrando hacia un modelo estatista que no tiene fondos para seguir con las transferencias a sus beneficiarios.
El desempeño de los jóvenes de una economía debería preocupar a sus dirigentes, pues son el futuro que tendrá el país. En España siempre se ha dicho que los jóvenes son “la generación más preparada”, porque se ha invertido mucho en su educación. Sin embargo, el mercado laboral no está absorbiendo correctamente su abundancia en lo que pone de manifiesto un desalineamiento entre el mercado laboral y la política educativa del país.
Cuanto más tiempo se tarden en arreglar estos problemas, más rupturista tendrá que ser la solución y la situación que desencadenará será catastrófica cuando haya que notificar a nuestros jubilados que no hay dinero suficiente para pagar la totalidad de sus pensiones. Con las consecuencias en familias, tejido productivo y salud que tendrá esa medida.