Un extenso repaso a la desastrosa gestión del concejal coruñés de Cultura, Fiestas y, a veces, Deportes, Turismo, Comercio y Mercados.

No se puede dudar de que el señor Gonzalo Castro, según dicen concejal de Cultura y Promoción de la ciudad, englobando, además, las “menudencias” que figuran -sólo figuran- en las delegaciones atribuidas a los concejales Manuel Vázquez y Diana Sobral: Deportes, Turismo, Comercio, Mercados, etc., ha resultado ser todo un cajón de sorpresas. 

Desde aquel 19 de junio donde prometió el cargo como concejal, en que se acercó a la Constitución subiéndose la cintura del pantalón, para finalizar su intervención prometiendo ser “puntual”, pasando por su semblante inexpresivo, ido y con una más que evidente rinitis la tarde del Pregón de “Messi” Scaloni, hasta llegar al Pleno de esta semana en el que el show resulta difícil de calificar, el señor Castro no pasa inadvertido.

Es recomendable que Gonzalo Castro dedique tiempo a la lectura y que tome algún café antes del Pleno municipal para lograr un grado de atención mínimo.

Empecemos por destacar que la palabra talismán del señor Castro es “evidentemente”, adverbio que introduce en uno de cada seis vocablos que pronuncia, “evidenciando” así no sólo cierta inseguridad sobre lo que manifiesta sino, además, y lo que es harto preocupante en un concejal de Cultura, la ausencia total de formación gramatical; permítame el señor concejal que le recomiende algo más de lectura, la vasta lista de escritores y escritoras en lengua gallega o española bien merece dedicarles un tiempo; y por supuesto más que recomendable una tacita de café bien cargado antes de los Plenos para evitar ese rictus somnoliento y perdido.

Gonzalo Castro tiene una larga lista de “méritos”: la escandalosa delegación que acudió a FITUR, los murales de Lugrís, la gestión de las Bibliotecas, las goteras en el Palacio de la Ópera, la dimisión de Moisés Naranjo y de Miguel Anxo Prado, el abandono del sector cultural…

En las mociones y preguntas dirigidas a su área logró concitar el acuerdo en las críticas a su gestión de los grupos nacionalista y popular, hecho que pareció sorprenderle puesto que en todas sus réplicas confesó no esperar tales reproches, sin duda un síntoma claro de que este hombre no está nada centrado en su súper área, porque a estas alturas manifestar sorpresa ante la censura por la ingente cantidad de gastos que, siendo programables cada año, han acabado convirtiéndose en contratos menores, por la escandalosa excursión municipal a FITUR, la pésima gestión de la conservación de los murales de Lugrís, la recuperación de la Casa Cornide de la que no existen noticias, los miles de problemas de las Bibliotecas, la lluvia dentro del Palacio de la Ópera, la dimisión de dos profesionales de prestigio como Moisés Jorge Naranjo de Turismo y Miguel Anxo Prado del Viñetas desde o Atlántico. y un largo etcétera…hacen que manifestar sorpresa por todo esto semeje vivir en otro planeta.

El concejal de Cultura de A Coruña espetó un “estamos de coña” como respuesta a la intervención de la oposición en un Pleno municipal.

Sin embargo, a la manifestación de sorpresa siguió un anuncio de reestructuración ambiciosa -confieso que la palabra ambiciosa en su boca levanta en mí una cierta sensación de temor-, intentando hilar con poca fortuna una colección de inconcreciones que, con esa mirada perdida y por veces despistada, sin contenido alguno, acabaron por conducirnos a ninguna parte. 

Y tan sorprendido y/o cansado debía estar el edil cultural que por dos veces nos regaló un ¡¡¡ufffff!!! al inicio de sus respuestas a los adversarios políticos; pero de lo que no cabe la menor duda es que el premio especial del jurado entre tanta dispersa verborrea se lo llevaron dos expresiones: armarios empotrados para definir a escoltas o guardaespaldas y un inapropiado “estamos de coña” como reproche a las afirmaciones de la oposición. 

 

Foto. Una extensa lista de concejales y asesores acompañaron a Inés Rey y a Gonzalo Castro en la edición de FITUR de este año y, en los días siguientes, presentó la dimisión Moisés Naranjo, Gerente de Turismo de A Coruña

A ver, señor Castro, por qué quiere usted que los armarios sean empotrados si con la expresión armario ya entendemos que hacía referencia a un hombre alto y corpulento, por qué esa obsesión de usted por empotrarlos; y en cuanto a estamos de coña, yo le ofrezco una serie de sinónimos que bien podría haber utilizado usted: broma, guasa, chiste, burla, mofa…pero coña, hombre sólo le queda a usted que en una próxima intervención plenaria le regale a la oposición un ¡¡hay que joderse!! (perdóneme el lector la salida de tono).

Las intervenciones de Gonzalo Castro en los Plenos municipales muestran una ausencia total de preparación y una mala forma física.

En fin, todo esto sólo puede tener dos explicaciones o el edil de cultura y festejos varios oculta una ausencia total de preparación, elegancia y saber estar que le hagan digno representante de la concejalía que ostenta, o bien se encuentra en mala forma física, como fuentes cercanas a María Pita no se cansan de comentar. También pudiera darse el caso de una combinación de ambas cosas.

Para finalizar esta puesta en escena del pasado jueves el señor Castro se vio obligado a dejar inacabada su intervención -algo que fue de agradecer- a causa de un tajante y autoritario “acabó ya señor Castro”, cortándole el micrófono y el uso de la palabra, que profirió su colega de bancada, Lage Tuñas, cuando ejercía desde la presidencia del Salón de Plenos, el papel que ejerce en la realidad: el de alcalde. Hay que ver cuán poco generoso es el señor Lage en esto de ser permisivo con sus compañeros de Gobierno, mientras él tiene que ser avisado hasta tres veces desde la presidencia del Pleno por la enciclopedia que nos suelta en cada una de sus intervenciones, uno más de los muchos privilegios que ostenta el “jefe” del Lagelato.