Que una aerolínea como Air Europa pida a sus clientes que cancelen sus tarjetas de crédito porque ha sido de un ciberataque me parece un asunto de una gravedad tremenda. Por el riesgo que supone y por el número de personas que se ven afectadas. No recuerdo en España una alerta semejante.
Imagínese el trastorno que supone para una persona que se ha ido de viaje. ¿Qué hace? ¿Cancela su tarjeta, como le dice la aerolínea, y se queda sin posibilidad de pagar o sacar dinero durante sus vacaciones? ¿Mantiene la tarjeta porque es su única manera de contar con efectivo durante su viaje y se expone a que su cuenta sea hackeada? El dilema no es pequeño. Como no es pequeña la irresponsabilidad en la que ha incurrido la aerolínea en cuestión.
Pero no son ellos los únicos irresponsables. Hace años que el Gobierno de España debería haber implantado un DNI digital que fuese obligatorio para cualquier operación en la red. Igual que lo es el certificado electrónico cuando queremos presentar una factura a una Administración o cuando queremos realizar cualquier gestión administrativa online, debería haberse un impuesto un DNI digital que identificara a su usuario en cualquier circunstancia. Desde cuando abre una cuenta de correo electrónico o crea un perfil en una red social hasta cuando realiza cualquier compra a través de comercio online.
Solo de esa manera podemos garantizar que cualquier operación, al menos en nuestro territorio, cuente con la garantía de poder saber en cualquier momento quién está realmente detrás de ella.
A mayores de esa herramienta, los gobiernos también deberían exigir a todas sus administraciones y a las corporaciones y compañías que operan principalmente a través de internet a que cuenten con un teléfono de atención al cliente. Pero un teléfono detrás del cual no haya un robot sino una persona cualificada que pueda ayudar al damnificado o a quien requiere una consulta.
Y, por supuesto, prohibir la utilización de SMS unidireccionales, que tanto riesgo suponen, para cualquier tipo de comunicación entre empresa y cliente.
Quizá un hackeo a gran escala como el que ha sufrido Air Europa pueda venir bien para que nuestros gobernantes y los responsables de las grandes compañías (que normalmente suelen ser bancos, empresas energéticas, telefónicas, etc.) sean conscientes del peligro en el que se ponen y en el que ponen a sus clientes. Y quizá así podamos volver a la atención presencial, por desgracia hoy prácticamente ausente en cualquiera de esos sectores.
Está claro que a día de hoy es imposible ir en contra de la tendencia que nos lleva a utilizar transacciones electrónicas a la hora de adquirir o contratar determinados bienes o servicios. En muchas ocasiones son las propias Administraciones quienes nos lo exigen. Así que ya que es imposible ponerle puertas a ese mar virtual, tratemos de imponer normas que no protejan de tsunamis como el que se ha llevado por delante la credibilidad de Air Europa.