No ha existido tal debate y el primer responsable o responsables en este caso han sido los llamados moderadores. Mucho esperaba yo de ellos dada su constatada profesionalidad, les confería de entrada la seguridad de que “moderarían”.

Sin entrar aún en el contenido, me quedo con el continente: los tiempos señalados que ha consumido cada uno y controlados por cronometradores profesionales de baloncesto, deporte que ha practicado, por cierto, el actual presidente del gobierno, no son reales. Las interrupciones no deberían contar en el marcador del que está en el uso de la palabra que confunde, equivoca o despista a quién utilizada su turno. Y en ese apartado el Sr. Sánchez es un auténtico campeón.

Por lo tanto, en mi modesta opinión los “peores” han sido ellos, los que tenían que dirigir y “dejaron hacer”, aunque alguna vez les recordaran que se estaban interrumpiendo sin que nos dejasen escuchar las respuestas nunca contestadas que se hacían.

Nadie esperaba a un Feijoo tan activo, tranquilo y desmontando en cada apartado del debate las afirmaciones del Sr. Sánchez al que he visto crispado, nervioso y como fuera de juego al no saber controlar su verbo y su impaciencia. Su argumentario sobre los pactos del PP con VOX no tienen recorrido al contraponerlas con los realizados por él y no siempre bien recibidas por su propio partido. Por cierto, se ha olvidado aquello de no utilizar la corbata como propuso el 29 de julio del pasado año para ahorrar energía…cosas de la memoria.

El no gobernar con Bildu, ni con ERC no deja de ser una cuestión baladí. Lo importante, lo real, es que se acuerda con ellos y se hace a cambio de votos. No se sostiene la falta de respuesta concreta y razonada del indulto a los golpistas, la desaparición del delito de sedición y malversación y por citar algo más relevante como son los acuerdos secretos con el reino de Marruecos y la redacción de la famosa carta.

Personalmente, opino que ha ganado el candidato, pero también que lo ha perdido Sánchez, que no es la misma cosa. Al ¿debatir?, en igualdad de circunstancias, en ese formato tramposo, ya había perdido la sonrisa y talante que le adornaba al utilizar la ventaja legal que le proporcionaba en el Senado su condición de presidente.

El punto determinante de la voluntad de Sánchez se ha puesto de manifiesto en la NO aceptación de la propuesta de que sea presidente del Gobierno de España quien gane las elecciones, evitando de esta forma que tengan influencia los partidos de los extremos que no siempre cumplen la Constitución. Personalmente, no me agradan ninguno de esos pactos y la fórmula que desean la mayoría de los ciudadanos es el acuerdo de ambos partidos.

Es mi opinión.