Con la excepción de una década mesetaria (dedicada a mis estudios universitarios y mis primeros trabajos), he pasado casi toda mi vida en Vigo, mi ciudad. El paso del tiempo, la edad, me ha ido dando una perspectiva mejorada -¡muy mejorada!- de ella: su maravilloso entorno, su clima, su tamaño, su pujanza empresarial,… todo ello configura un lugar magnífico para vivir y trabajar. Es obvio que hay cosas muy mejorables, pero no es menos cierto que vivimos en un lugar privilegiado.

Pero -siempre hay un pero- si algo no tiene Vigo es la capitalidad. En efecto, Pontevedra es -ya consagrada, en 1833, por la distribución provincial de Javier de Burgos- la capital provincial; algo que aquí ya se asume con total y absoluta naturalidad, tan es así que ya casi hasta está olvidado. Prueba de ellos es que yo, nacido pontevedrés, cuando digo que soy capitalino muchos me dan la errónea condición de madrileño.

Vigo, pues, comparte una peculiar circunstancia con otras ciudades como Gijón, o Jerez de la Frontera: ser más grandes que sus propias capitales provinciales, generando así un efecto curioso que emula, quizá, a esas capitales estatales de EE.UU. ubicadas en ciudades más pequeñas que otras, mucho más pobladas, del propio estado.

Sin embargo, si en esta última semana Vigo se ha convertido en la capital mundial de la pesca (por obra y gracia de la feria de Conxemar), en la semana anterior fue la capital nacional del siempre peculiar universo tributario.

Y es que durante dos días se celebró aquí el Seminario Gallego de Estudios Tributarios que, organizado por el Colegio de Economistas (que también aglutina a los Titulados Mercantiles), alcanzó su muy meritoria 36ª edición. Los muñidores de semejante gesta son la propia decana -Lucy Amigo- y todo su equipo, en el que, a estos efectos, destaca muy especialmente su secretario general, Manuel (Manolo) Sánchez. Pero, eso sí, todo ello no sería posible sin contar con el impagable apoyo de mi bienquerido Jose (que no José) Almudí, al que desde aquí le deseo una pronta y del todo satisfactoria recuperación de una del todo inoportuna -¿cuándo no lo es?- afección ocular.

Y fue así, bajo la batuta de todos ellos, como acudió a Vigo una pléyade de expertos del mundo tributario, provenientes de todas las ramas a las que éste afecta: funcionarios del erario, académicos, abogados, economistas y magistrados. Todos ellos debatieron -eso sí, sin acritud- sobre muy diversos y variados asuntos polémicos y, por tanto, de candente actualidad en los que -como siempre- late esa permanente tensión entre los legítimos intereses de los contribuyentes y los -no menos legítimos- de la Administración tributaria, ya sea la estatal, la autonómica o la local.

Precisamente cuando desde el Ejecutivo se lanzan nuevos “ingenios” tributarios, es más necesario que nunca preservar este tipo de encuentros, espacios donde desde el diálogo y la sana confrontación de ideas se busque ese siempre deseable equilibrio entre los unos y los otros. Larga vida, pues, al Seminario Gallego y a la capitalidad nacional que éste, efímeramente, le atribuye a Vigo. #ciudadaNOsúbdito

Por Javier Gómez Taboada

Abogado tributarista. Socio de MAIO LEGAL (www.maiolegal.com)

Publicado en el diario Atlántico el domingo 9/10/2022