Una visión positiva del hermanamiento entre España e Hispanoamérica.
La pasada semana fui a Vigo para ver en el cine el documental Hispanoamérica, canto de vida y esperanza, dirigido por José Luis López-Linares. El documental recoge los testimonios de destacados pensadores, investigadores, periodistas, historiadores, músicos y docentes hispanoamericanos acerca del contexto de la conquista y el hermanamiento entre las culturas española e india, alejándose del mensaje tremendista y sectario que se está intentando propagar desde determinados ámbitos de la cultura y la política en los últimos tiempos.
En el documental Hispanoamérica, canto a la vida y esperanza, de José Luis López-Linares, se desmontan muchos prejuicios de uno y otro lado del charco.
Hispanoamérica, canto de vida y esperanza es un documental, además de ameno, verdaderamente revelador, en el que, basándose en criterios historiográficos, se desmontan muchos de los prejuicios que se tienen tanto a uno como al otro lado del charco.
Es por ello, que animo a todas las personas para que lo vean (de momento, en Galicia solo se proyecta en los cines Yelmo de Vigo) y seamos conscientes que lo que hemos sido y de lo que somos. De lo que ha hecho España en aquellos territorios y de lo que hoy puede hacer, de la herencia que allí dejamos y de cómo el mestizaje engrandeció las dos culturas.
La historiadora Guadalupe Jiménez explica cómo ninguno de los dominios españoles fueron colonias.
Es maravilloso, por ejemplo, escuchar a la doctora en Historia, Guadalupe Jiménez, explicando que ninguno de los dominios españoles de Hispanoamérica fueron colonias, que eso fue una invención del mundo anglosajón.
O al doctor en Humanidades Juan Miguel Zunzunegui, comentando desde México que en América no existía ninguna hermandad indígena antes de la llegada de los españoles. “Lo que nos hermana es la historia común. Y hay historia común desde que somos hispanos», expone Zunzunegui.
Un apellido, por cierto, de inequívoco origen vasco. Como también es de origen vasco, y esto ya no es tan conocido, mi segundo apellido: García. Varios académicos de la lengua e historiadores concluyeron que el apellido García se relaciona con “gartzea”, que en el euskera navarro o en el del sur de Francia significa “joven”. De ahí evolucionó a “gartzia” y más tarde hasta el “García” actual.
No podemos vivir unos de espaldas a otros y mucho menos ceder ante quienes quieren enfrentarnos y reescribir la historia.
Es decir, que, aunque pueda resultar paradójico, parte de la esencia de España es vasca. Y, al contrario, aunque algún sector de la sociedad euskaldun reniegue de ello, la identidad hispana es parte inequívoca del ADN de los vascos.
Quiero con todo esto destacar el valor que tiene el hermanamiento entre los pueblos, sobre todo cuando en lo más profundo de nuestras raíces subyace una historia y una cultura conjuntas.
El caso de Hispanoamérica es el más evidente. No podemos vivir unos de espaldas a otros y mucho menos ceder ante quienes quieren enfrentarnos y reescribir la historia. Es trascendental mantener los infinitos vínculos que nos unen e ir de la mano, unidos en la diversidad.