Lo hizo con serenidad, prudencia y el realismo cervantino de Sancho, desechando aventuras y con el deseo de una estabilidad sin sobresaltos.

Con frecuencia, los gallegos somos objeto de chanza en chistes, ridículas imitaciones del acento, la morriña, “la vaquiña polo que vale”, el individualismo, la apariencia de “coitados” -poca cosa-, “cativos” -infelices-, estereotipos basados en el caciquismo y atraso social de otras épocas, … Tópicos, en definitiva, que nada tienen que ver con la Galicia de hoy.

El señor Errejón fue uno de los primeros en opinar sobre los resultados de las elecciones autonómicas gallegas: “…no son buenos, ni para nosotros (Sumar), ni para Galicia”. El fracaso de Sumar fue evidente, pero decir que para los gallegos también fue un mal resultado, supone continuar con el tópico del gallego poca cosa, infeliz, que vive bajo la influencia de caciques, cuentos y la Santa Compaña. En definitiva, nos toman por tontos.

Errejón y Besteiro siguen empeñados en demostrarnos que la mayoría está equivocada y que ellos tienen razón.

El señor Besteiro, tras felicitar al PP, trató de salir airoso del nulo éxito de su lema de campaña “Desta vai” y dijo que “Galicia necesita un cambio”. Otro que se suma al consuelo de los perdedores: la mayoría está equivocada y yo tengo razón. Vuelta a la teoría del gallego que no sabe lo que le conviene.

Vox, una vez más, martilleó en el yunque con el ritmo y sonido de siempre: la culpa del éxito del BNG la tiene el PP. De las causas de su nuevo fracaso en Galicia, ni pío.

¡Qué decir de Podemos!, fuera del Parlamento con Vox y Sumar. 

Hubo una intervención despectiva hacia Galicia del señor Aragonés, quien, preocupado por el lento avance de sus pretensiones, se olvidó, como siempre, de los demás territorios: “la amnistía es más importante que las elecciones gallegas.”

La señora Pontón del BNG nada tiene que ver con el león Beiras y sus gritos, aspavientos, mirada furibunda, zapato en la mano, golpes en el escaño de Feijóo … Ella tiene un lenguaje claro y sereno, juventud, aspecto de mujer de su tiempo, que habló en los mítines de las cosas que preocupan a muchos gallegos: cesta de la compra, sanidad, juventud, enseñanza, campo, pesca, vivienda, destrucción de la industria, pobreza, emigración, …

Sin embargo, su idea última de Galicia quedó escondida e hizo escasa referencia a los grandes objetivos, similares a los de sus partidos hermanos catalanes y vascos: “Defendemos el impulso de un nuevo marco político que emane del ejercicio del derecho de autodeterminación del pueblo gallego.” 

Los gallegos hemos votado con serenidad y prudencia, con el realismo cervantino, con “sentidiño”, desechando las aventuras y con el deseo de mantener una estabilidad.

Siguen propuestas como: “plena soberanía para Galicia”, “implantar una política fiscal”, “gestión directa de la seguridad social y las pensiones”, “relaciones internacionales propias”, “el Tribunal Constitucional dejaría de ejercer funciones sobre Galicia”, “presencia en las instituciones europeas e internacionales”, …

Y propone como medio fundamental para conseguir estos objetivos, un nuevo marco constitucional. Es evidente que la Constitución española no impide pensar, sugerir, proponer, pedir, …, pero quienes plantean propuestas como las indicadas, deben someterse al procedimiento previsto para su reforma. 

Los porcentajes de voto de los bloques izquierda-derecha se mantienen en relación con las elecciones municipales-autonómicas y las generales del pasado año; sin embargo, en la izquierda, se ha producido un importante desplazamiento hacia el BNG.

PP y PSdeG deberían analizar las causas del crecimiento del BNG, para evitar que se repita la situación de Cataluña. Pretender un acuerdo, con Sánchez por medio, sería pedir demasiado.

Los gallegos hemos votado con serenidad y prudencia, con el realismo cervantino de Sancho, con “sentidiño” – como dijo Rueda-, desechando las aventuras y con el deseo de mantener una estabilidad sin sobresaltos, como lo hemos venido haciendo durante casi 30 años.