A Francisco Jorquera se le podría aplicar aquello de cuidado con lo que deseas puesto que el ansiado incremento de apoyo electoral, que le ha llevado a duplicar el número de concejales del grupo nacionalista que él lidera, le ha colocado en una situación estratégica que a pesar de ser inicialmente determinante y esperanzadora ha acabado por ser decepcionante.

Determinante era y sigue siendo por la situación de gobierno en minoría de la señora Rey.

¿Y esperanzadora? Esperanzadora porque en el imaginario colectivo de esta ciudad se ha instalado la opinión de que el pasado gobierno de Inés Rey fue de todo menos transparente, responsable, serio e íntegro, de tal modo que la entrada de los nacionalistas en el gobierno municipal podría suponer un revulsivo suficientemente importante para reconducir tanto desvío y desvarío.

Así las cosas el BNG con sus cuatro concejales se perfiló como decisivo para darle el gobierno a Inés Rey, pero no dárselo de cualquier modo; aún resuena en nuestros oídos la frase del candidato nacionalista en la campaña electoral “vamos a ser exigentes, no nos valen estos últimos cuatro años”.

Y es que Francisco Jorquera y Avia Veira fueron un azote constante de los incumplimientos y de las pifiadas del Lagelato. Pleno a Pleno sus mociones y sus preguntas fustigaban sin descanso a los socialistas: la fachada marítima, la condonación de la deuda del Puerto, los desarrollos urbanísticos de Percebeiras o Visma, la devolución de la cárcel, los escándalos internos del Gobierno, la Casa Cornide, los presupuestos, la licitación de la Planta de Nostián, el escándalo del sindicato y empresa de la limpieza, y un largo etc.

Sin embargo ese marcaje valió lo mismo que el diálogo, la amabilidad, la transparencia y el acuerdo prometidos en su discurso de investidura por la regente en su anterior mandato: NADA…. Inés Rey y sus fieles hicieron y deshicieron a su antojo sin que nadie pudiera poner coto a tanto desatino. Y ahora para desesperación, incredulidad e indignación de votantes y no votantes, el BNG acaba de firmarle a la señora Rey un cheque en blanco para su investidura y con ánimo de dar estabilidad a un gobierno del que no forman parte.

Ante esto nos asalta una duda respecto a la posibilidad de que dentro de cuatro meses o seis empiecen a sucederse los incumplimientos y sobre qué harán entonces los nacionalistas ¿votar en contra y que sean acusados de impedir la gobernabilidad de la ciudad? ¿apoyar o propiciar una moción de censura? ¿retirar el apoyo en una posible moción de confianza?

¿Dónde está el límite de la formación nacionalista a los desprecios y soberbia de los socialistas?

En todo caso no deja de sorprendernos que un político curtido en tantas lides como el señor Jorquera pudiese pensar seriamente que el señor de Outes iba a permitir que entrasen en el Gobierno a husmear en archivos y documentos, a restarle poder al individuo que más concentración ha hecho del mismo en toda la historia del municipalismo democrático de esta ciudad, a levantar alfombras y abrir ventanas, es más, estamos absolutamente seguros de que la idea de co-gobierno no ha estado ni un segundo en las maquiavélicas neuronas del alcalde en la sombra.

Y la excusa de “dos no bailan si uno no quiere” y de que el pacto a nivel gallego es evitar que gobierne el PP y llegar a acuerdos en todos los ayuntamientos no pueden suponer en ningún caso que se despache la investidura de Inés Rey con un papelito de intenciones de difícil, por no decir nula, exigencia. En pocas palabras el señor Lage seguirá riéndose desde su escaño de todos los coruñeses y en este caso especialmente del señor Jorquera.

No sería de extrañar que este comportamiento tan facilón por parte de los negociadores nacionalistas tuviesen una rápida respuesta por parte de los votantes el 23J con un castigo electoral.

Ha sido muy poético eso de prometer el cargo de concejal aludiendo una vez más a “os bos e xenerosos “, pero a la vista está que se han pasado de frenada porque más que de bos parecen haber pecado de pardillos, y desde luego xenerosos han sido hasta el despilfarro de un patrimonio electoral decisivo para ponerle los puntos sobre las ies a la alcaldesiña y su lugarteniente.

Esperaremos a la vuelta del verano, superadas las elecciones del 23J que se antojan muy reñidas, para ver cómo el señor Jorquera encaja el baño de realidad de quien se da cuenta de que ha caído en una trampa de la que va a resultar bastante difícil salir sin pagar un alto peaje de desafección ciudadana, lo malo de ello es que en ese baño la única damnificada será nuestra ciudad.