Una reflexión serena sobre la decisión unilateral del Gobierno central de reducir de la jornada laboral.

¿En qué momento de nuestra vida dejamos de evolucionar? Probablemente en el mismo momento en que se vislumbra nuestra caducidad.

En ocasiones, somos nosotros los que propiciamos un nuevo escenario, otras veces es el mercado el que demanda una nueva realidad; lo que no es habitual es que el regulador decida cambiar las condiciones de producción actuando como parte y derivando el coste íntegramente a la otra parte ¡Así están las cosas!

No suelo ser de los que se quedan lamiendo las heridas ni recreándome en lo que pudo ser. El camino, si lo hay, está hacia delante y soy consciente que el escenario que viene no es reversible. Así que, como siempre hice, vamos a actuar con positividad subiéndonos a la ola.

Lo que me llama la atención es la pasividad del PSOE y parte de los socios de la investidura en la modulación de la medida. Ni todos los sectores pueden acometerla con facilidad ni la mayoría de pequeñas empresas lo acatarán sin riesgos notables.

Una medida a saco sin profundizar en las fortalezas y debilidades; y, me temo, lejos de responsabilizarse si las consecuencias no son las deseadas

Lo más preocupante es la falta de diferenciación. ¿Quién no quiere trabajar menos a igual sueldo? Una medida a saco sin profundizar en las fortalezas y debilidades; y, me temo, lejos de responsabilizarse si las consecuencias no son las deseadas.

Yo soy un firme defensor de dar competencia a todo lo que me rodea, competencia con libertad, competencia con mucha reflexión, competencia, al fin y al cabo, con responsabilidad.

En un mundo tan regulado por horarios, resultados, normas encorsetadas o roles, uno se siente extraño por permitir el desarrollo individual independientemente del estándar. Lo negativo de todo esto es que ahí fuera, lo que se impone es no salirse del “modelo”.

Si sale bien, todos contentos y si no es así, compartiremos pérdidas con Hacienda

Como dirigente, jefe o padre siempre gusté decidir en compañía y mandar lo menos posible. A alguien le puede parecer cobarde, irresponsable, o simplemente blandito, pero cuando todo el mundo entra en dinámica se llega mucho más lejos.

Por el camino hubo que romper muchos prejuicios, tratar de entender otras posturas, leer oportunidades, ayudar a vencer miedos y, sobre todo, transmitir confianza incluso ante un eventual error.

Hoy hemos decidido anticipar la reducción de la jornada laboral. ¿Arriesgado? Quizá. ¿Necesario? Evidentemente no. ¿Motivador? Sin duda.

Si sale bien, todos contentos y si no es así, compartiremos pérdidas con Hacienda. En cualquier caso, tengo una vida laboral casi gastada, mente abierta a los cambios, y en unos meses no nos iban a dejar opción.

Empezamos. ¡Un paso al frente!