De mano de Alicia Huidobro tuve hace unos días la excepcional ocasión y el enorme placer de volver a Retiro da Costiña. O, mejor dicho, a Costiña, ya que desde hace algún tiempo han simplificado la denominación de su restaurante, en tanto que el término “Retiro” se lo aplican a su nuevo proyecto de alojamiento singular, un conjunto de siete villas exquisitamente diseñadas e integradas armoniosamente en su entorno natural, ubicadas a tres kilómetros de la casa matriz.
Y digo que tuve el enorme placer porque realmente eso es lo que supone tener la oportunidad de degustar un menú degustación que representa fielmente la propuesta culinaria de esta casa, fundada hace 85 años por los abuelos de Manuel Costiña como casa de comidas y hoy convertida en una de las grandes referencias de la gastronomía de nuestra comunidad, con una estrella Michelin y dos soles Repsol.
Sin perder esa esencia familiar, la cocina de Costiña, se basa, según explica el propio Manuel, en el equilibrio entre materia prima, principalmente de proximidad, y el saber hacer del equipo entre fogones. Predominan el respeto al sabor y la elegancia innata de los productos, sus sabores y texturas, junto con la perfección técnica en la ejecución de cada proceso, sin artificios, sin delirios de autor, resultando una combinación eficaz de tradición e innovación.
Y eso es exactamente lo que se percibe cuando uno visita Costiña. Eso y una pasión extraordinaria por todo lo que desde allí se propone. Y que va mucho más allá del mero sustento culinario. Una pasión que tiene que ver con la procura de la excelencia allá donde ponen su mirada y su esfuerzo. Ya sea en la cocina, en el alojamiento, en la decoración o en el trato al visitante.
Algo a lo que yo doy mucho más valor por el hecho de que se lleve a cabo desde un entorno a priori poco propicio para este tipo de propuestas como es Santa Comba. Qué importante es, si de verdad queremos homogeneizar nuestro territorio, conseguir afianzar a nuestros jóvenes en en el rural y dinamizar económica y socialmente nuestras comarcas del interior, que existan proyectos como Costiña. Que no solo logran esos objetivos sino que lo hace desde unos estándares de calidad sobresalientes.
Lo llevan haciendo desde hace muchas décadas en su restaurante y lo amplifican ahora aún más con su proyecto Retiro Costiña Wellness&Villas, cuya inspiración inicial y ejecución posterior se basan en un castro celta… del siglo XXI. El proyecto arquitectónico es obra de María Teresa Sánchez Táboas y en su conjunto rinde homenaje a la naturaleza, a la artesanía y a la historia de Galicia, ofreciendo una experiencia única y completa en un entorno que combina –de nuevo y como en su cocina- tradición y vanguardia. Un retiro con todas las letras, sin lugar a duda.
Es por ello que desde aquí quiero testimoniar mi admiración por Costiña. Por lo que hacen y por como lo hacen. Porque son un gran ejemplo de hasta dónde se puede llegar y qué se puede conseguir cuando le pones respeto, cultura, esfuerzo, sensibilidad y mucho, mucho amor a aquello que haces. Llámese como se llame. En este caso se llama Costiña.