Por Susana Muñoz.
Y para cerrar este repertorio de argumentos para un suspenso clamoroso en gestión, y que bien se podría llamar como la serie de Barry Sonnenfeld “una serie de catastróficas desdichas”, no podemos dejar de hablar de un escueto número de personas que formaron también el dream Team de la alcaldesa, para mayor infortunio de nuestra ciudad.
Sin duda alguna, por mérito que no por capacidad, esta relación la encabeza el ex nacionalista Gonzalo Castro, converso al socialismo por un desafortunado traspié en los asuntos financieros del BNG del que según parece fue invitado a abandonar para no tardar mucho en entrar a formar parte de las exclusivas amistades del señor Lage, y es que la cabra siempre tira al monte.
Su ascenso en el ránking de allegados a Inés Rey ha sido, para propios y extraños, una auténtica incógnita, y en el que ha dejado ya un buen número de cadáveres en el camino. Desde el selecto club inicial de “todos los hombres de la Alcaldesa” se fue deshaciendo uno a uno de todos los que pudieran susurrarle al oído a la regidora. Ha acumulado tanto poder que cuentan los trabajadores de la casa que nunca se sabe si está organizando una actividad deportiva, una fiesta, unas entrevistas, la vida interna del Ayuntamiento, la agenda de la alcaldesa o gestionando sus propios intereses para que nadie le borre de un plumazo, incluido su gran amigo Lage con el que dicen ya ha mantenido algunas palabras subidas de tono. Es el hombre multitarea que con tanta competencia ha caído en la más absoluta INcompetencia, creando un caos inaudito en la historia municipal coruñesa. Sin embargo, parece que tanta maniobra le ha convertido en un imprescindible para la alcaldesa que lo ha premiado con un cuarto puesto en la lista.
Otro “de los hombres de la alcaldesa” fue Santiago Roura, que entró como coordinador municipal y salió pitando para Madrid, precisamente, por ese afán de control del jefe de gabinete, Gonzalo Castro, con el que, al parecer, mantuvo sonadas tiranteces. Cierto es que con la marcha de Roura tampoco el Ayuntamiento perdía demasiado, fuera de la engolada verborrea del profesor de Derecho y de su sempiterna apariencia de ser el más listo de la clase.
Damnificado por la ambición de control de estratega Castro fue también el periodista Hugo Hernández. Durante un largo tiempo ejerció de jefe de comunicación de alcaldía; hombre afable, con cierta incontinencia verbal, que parecía acercar con cierto éxito la inicial imagen joven y accesible de la regidora a los medios de comunicación y hasta a los coruñeses; desconocemos los motivos del fulminante cese del que parecía ser la sombra de Inés Rey. Todas las fuentes consultadas apuntan a que su proximidad a la misma le resultaba más que incómoda a Castro.
Su puesto ha sido rápidamente cubierto por una periodista procedente del entorno del señor de las sombras, Lage, que si algo ha hecho con absoluto éxito es convertir a la alcaldesa en un producto mediáticamente nefasto.
Emma Cid, que así se llama la directora de comunicación, es claramente la anti jefa de comunicación porque lo que ha hecho es, precisamente, incomunicar a la regidora respecto de los ciudadanos y de la propia prensa. Las quejas de los periodistas locales respecto de su labor censora y su mal carácter son ya un clásico de los medios.
Alrededor de la primera planta de María Pita pululan además una serie de asesores que, con un trabajo más que cuestionable, vienen a completar el desaguisado de cuatro años de convulsos líos internos, de desgobierno a “lo Marea” y de descrédito como institución que han dañado gravemente el presente de esta ciudad.
Ni que decir tiene que si la gestión pública del actual gobierno municipal es más que cuestionable, la ausencia del más mínimo respeto institucional por el puesto que ocupan y que ha quedado de manifiesto en estas entregas, no merecen, a nuestro juicio, más que un rotundo e incuestionable suspenso. En todo caso, serán los ciudadanos quienes les examinen el próximo día 28 de mayo y les pongan la nota final, y hasta puede que el punto final.
Recordamos esta serie: