¡Qué alegría, qué alboroto! La CEOE, los sindicatos y el Gobierno de España alcanzaron el viernes un acuerdo para subir los salarios un 4% en 2023 y un 3% en 2024 y en 2025. Y comenzaron las celebraciones. Unos, otros y otras aparecían este fin de semana en los medios de comunicación con una cara de satisfacción como si hubiesen ganado la Champions o la final olímpica de los 1.500 metros.
Pero ¿cómo? ¿Qué la subida no es de obligado cumplimiento para las empresas, sino que sirve únicamente como referencia? Vaya por dios. Ya empezamos con las rebajas y con la letra pequeña.
Ah! ¿Qué aún hay más? ¿Qué la Confederación de Empresarios de Galicia (CEG) lo que ha pedido es que el Gobierno reduzca las cargas impositivas y cotizaciones sociales para así apoyar la inversión, mantener el empleo, crear nuevos puestos de trabajo y afrontar la actualización de salarios? Aaay!! Estos gallegos, siempre tan revoltosos. Nunca está contentos. Siempre tienen algo más que pedir.
Pues esta ocasión no puedo estar más de acuerdo con el parecer de la asociación que preside Juan Vieites.
Estoy convencido de que a todos a los empresarios nos gustaría ofrecer los mejores salarios a nuestros trabajadores. Un empleado satisfecho es un empleado que va a rendir mejor. Pero no siempre se dan las circunstancias que lo permitan. Tal y como certeramente apunta Juan Vietes, con unas cargas al trabajo en torno al 40% del salario, resulta complicadísimo subir los sueldos. «Gobierno y sindicatos cargan toda la responsabilidad sobre 3,4 millones de empresarios, cuando no todos tienen beneficios y, por ejemplo, los que trabajan en el ámbito de la contratación pública no pueden repercutir los incrementos a las administraciones», advierte el presidente de la patronal gallega. Y da en el clavo.
Con independencia de lo firmado por los agentes sociales -en ese tema soy muy escéptico porque bien sé de los muchos intereses que se esconden detrás de cada pacto-, y aún más a sabiendas de que este acuerdo ni siquiera es vinculante, concuerdo con la CEG en que lo prioritario sería liberar a empresarios y autónomos de las cargas que lastran su rentabilidad a fin de que sus beneficios pudieran repercutir en mejoras en sus empresas y, por supuesto, también en los salarios de sus trabajadores.
Porque lo que nos preocupa a los que generamos empleo y riqueza no es solo el incremento del salarios. Es que parejo a ello van acarreados incrementos en las cuotas de la Seguridad Social, en las cuotas de autónomos y un millón de obligaciones que van siempre encima del pequeño empresario.
Yo lo que les digo a los agentes sociales y a este Gobierno es: muy bien, incrementemos los salarios, pero reduzcamos la carga impositiva, reduzcamos las cotizaciones empresariales y ya que debemos cumplir con un sinfín de obligaciones (protección de datos, riesgos laborales, formación continuada, infinitas certificaciones…), que sea el Estado quien se haga cargo de sus costes y no que tengan que ir siempre a mermar la ya de por sí complicada cuenta de beneficios de la empresa.
Esa es la prioridad si queremos consolidar un tejido empresarial sólido que garantice el mantenimiento del empleo y la mejoras de las condiciones laborales de los trabajadores. Lo otro, lo de la foto tras la firma del pacto, no es más que fuegos de artificio. Un favor a tres bandas que tendrá después sus correspondientes gratificaciones y recompensas.
Por no hablar de que, una vez más, este Gobierno dice una cosa pero hace la contraria. Firma una subida del 4% para los trabajadores de la empresa privada, pero se la niega a los suyos propios. Y para prueba, los reiterados conflictos que tiene con todos los escalafones de la Justicia. Señor Sánchez, empiece por dar ejemplo y por cumplir lo que exige que los demás cumplamos. A partir de ahí, veremos.