Cuando vean una empresa o proyecto colectivo que lleva funcionando muchos años es probable que haya ocurrido algo más que suerte
Es habitual pensar que este o aquel proyecto triunfó y se mantuvo en el tiempo por una innovadora idea, las circunstancias o un golpe de suerte. Soy demasiado racional para confiar en la suerte y, a buen seguro, que a la mayoría ésta no le salió al encuentro.
Da igual al sector que nos dediquemos, la clave de cualquier éxito tiene que ver con el desempeño humano. Si trabajas por cuenta propia sabes de que te hablo, y si tienes personal pues ni te cuento. Los que llevamos decenios eligiendo personal para nuestros equipos corremos el riesgo de tender a la simplificación, pero no cabe duda de que por algo será que el mercado aún nos permite seguir aquí.
De la bisoñez de los comienzos, uno se queda con la bien intencionada voluntad de objetivar la preparación de los candidatos, como si eso se trasladase matemáticamente al rendimiento.
La primera lección que me tocó aprender tuvo que ver con la humildad personal. Entender que te necesitan, pero que no son menos que tú. Empatizar, comprender y respetar también a los que no reúnen lo que buscas.
La segunda es la aceptación. Aceptar que es fácil equivocarse, que hay que separar lo personal de lo profesional, que tiene que haber ganancia para todas las partes y que nada es definitivo.
Y la tercera es que la oportunidad pasa en un segundo.
Puedes tener una idea de éxito y contar con la financiación, pero sin una adecuada gestión del factor humano no eres nada.
Con los años se forja un sexto sentido que te permite presentir antes de que ocurra, mantener mejor la calma y ver en el error un nuevo aprendizaje, más que un fracaso.
A estas alturas no tengo ninguna duda que personal contento y motivado hace a las empresas mucho más fuertes, y eso no depende solo de quien contrata.
Soy de los que piensa que cuidar, delegar y premiar al equipo no debe ser un acto reflejo sino un ejercicio consciente y compartido recíprocamente con ellos. Todos somos empresa y todos vamos al mismo destino.
Del mismo modo que los empresarios no somos una ONG, nuestro personal tampoco. Salario justo, condiciones dignas y reconocimiento no puede ser solo una frase hecha.
Es importante interiorizar que el trabajo no puede ser ni tu casa ni un refugio y lo mismo para tu personal. Puedes tener una idea de éxito y contar con la financiación, pero sin una adecuada gestión del factor humano no eres nada.
Así que cuando vean una empresa o proyecto colectivo que lleva funcionando muchos años es probable que haya ocurrido algo más que suerte.
¡Buena suerte a todos!