La pesca exhaustiva ilegal por parte de compañías pesqueras internacionales en Somalilandia y Puntlandia, en el norte de Somalia, provocó la piratería como medio de subsistencia.

Para comprender la situación que atraviesa este estado africano, resulta clave el estudio de la Guerra Civil Somalí, iniciada en 1991, cuando los opositores del dictador socialista Siad Barre le derrocan y este hecho da lugar a un período sin gobernanza, en el que el poder se reparte entre los grupos rebeldes surgidos y clanes liderados por señores de la guerra. Desde este momento, la incapacidad del Estado para proporcionar seguridad y estabilidad a sus ciudadanos convierte a Somalia en un ejemplo más de Estado fallido.

La Guerra Civil Somalí, iniciada en 1991, junto con la sequía, provocó la muerte de más de 200.000 personas y la intervención de los cascos azules de la ONU

Este vacío de poder genera un clima de inestabilidad, caos y enfrentamientos armados, además de iniciarse un período de sequía que, unido a la guerra, provoca la muerte de más de 200.000 personas y obliga a la sociedad internacional a tomar cartas en el asunto. La ONU procede al envío de soldados (cascos azules) para el mantenimiento de la paz, en virtud de la Resolución 751/1992 del Consejo de Seguridad, a la que posteriormente se uniría presencia militar estadounidense debido a la crítica situación. 

Empresas occidentales y asiáticas sobreexplotaron los recursos pesqueros de las costas de Somalia y quitaron la posibilidad de subsistencia a la economía local

Así pues, la sequía y la guerra impulsan a los ciudadanos somalíes a los mares para poder sobrevivir de las actividades económicas que proporciona la pesca. No obstante, la presencia de pesca ilegal, desde los años 80, por parte de empresas occidentales y asiáticas, provoca la sobreexplotación de las aguas y el agotamiento de recursos y que los locales no puedan disponer de los productos que les proporcionan sus mares, dada la carencia de artes de pesca modernas, y se ven sobrepasados por las técnicas de pesca avanzadas de los barcos occidentales y asiáticos que arrasan la riqueza de sus aguas.

Foto. Los pescadores locales realizan su trabajo con pesca artesanal y no pueden competir con los recursos y tecnología d ellos barcos pesqueros ilegales occidentales y asiáticos

El impacto que tiene la pesca ilegal sobre las condiciones socioeconómicas de las comunidades pesqueras autóctonas de los países en desarrollo es un hecho constatado, entre otros organismos, por la Comisión Europea, que estima que más del 50% del total de las capturas en Somalia, Liberia y Guinea Conakry son practicadas de manera ilegal. El hecho de que los pescadores somalíes puedan pescar cada vez menos afecta de manera decisiva a las ya de por sí frágiles economías litorales africanas y explica, en parte, el origen de la actividad de grupos de piratas somalíes en la zona.

Al haberse esquilmado los recursos pesqueros, se ha provocado el impulso de grupos de piratas somalíes en esa zona y una amenaza en las rutas para el comercio marítimo internacional

Los piratas aprovechan la localización geográfica de Somalia en el Golfo de Adén, área que se encuentra en la ruta de los buques de carga procedentes de Asia en dirección a occidente, desde el Océano Índico al Mar Rojo. Esto ha supuesto una amenaza para el comercio internacional, que se vio directamente afectado por los secuestros de cargueros realizados por los piratas somalíes, especialmente entre 2008 y 2013, ante la falta de seguridad de las compañías de transporte.

La piratería ha sido controlada, en buena parte, con el desarrollo de empresas de seguridad privada y por el despliegue de fuerzas armadas de la OTAN en el Cuerno de África

 Sin embargo, la piratería en la región se encuentra actualmente controlada gracias a la labor de empresas de seguridad privadas, sobre todo procedentes de Kenia, y la mejora de las instalaciones de defensa de los buques mercantes. Además, la patrulla de las aguas del Cuerno de África por parte de las fuerzas armadas de la OTAN, como sucedió en 2016 mediante la operación Ocean Shield; o a través de la UE, que mantiene activa la operación Atlanta en la actualidad, conservan la estabilidad de este punto clave para el tránsito global de mercancías.

Con estas circunstancias, la piratería se convierte en la principal actividad de subsistencia para los somalíes, además de un acto de reivindicación y ataque a los países del norte global, por la explotación y apropiamiento de sus recursos mediante un nuevo modo de imperialismo.