Una amarga reflexión sobre la ampliación de Alfonso Molina y la eterna concesión de la AP9 que hay que pagar durante muchos años.
Son las autoridades y deben descansar. Siiihhhhhh!!! Si. Silencio. Que no se escuche ni un ruido en la Plaza de María Pita de La Coruña. La plaza está presidida por el monumental Palacio Municipal, y todo apunta a que nuestros responsables municipales están plácidamente dormidos. En sus sueños, todo es equilibrio, y cuando despiertan y se asoman a los balcones de la Plaza de María Pita, les confirma que todo está en orden.
La policía municipal se encarga de que todo esté en orden, y solo en los meses de verano y puentes vacacionales, se alejan hasta la Marina y el Parrote, para asegurarse que los escenarios tradicionales de las fotografías turísticas están igualmente en orden.
La Avenida de Alfonso Molina se ha convertido en un embudo para miles de vehículos que llegan de la N VI, la A6 y la AP9
No importa lo que ocurre un poco más allá, pues ya se sabe, “ojos que no ven…”. Incluso aunque se hipoteque la economía de la ciudad, o se condene a los ciudadanos a situaciones injustas e irreversibles. Porque esto es lo que está ocurriendo con el enlace de a eterna Autopista AP9 con la Avda. de Alfonso Molina.
Las decisiones cambiantes de la Xunta sobre la Vía Ártabra han transformado una vía que iba a repartir el tráfico de entrada a la ciudad entre la N VI, la A6 y la propia AP9, en un embudo que concentrará el tráfico. Tanto es así, que la concesionaria de la AP9 ya anunció que, por seguridad, ante el previsto incremento de tránsito, tendrá que construir un nuevo carril de entrada y enlace con la Avda. de Alfonso Molina. Una obra que tiene -económicamente- un nombre con muchos ceros: imagínese cortar el monte de la Zapateira antes de llegar a Palavea.
Se añadirá un nuevo carril para limitar el efecto del “trenzado” del tráfico que llega desde la AP9 y que llega desde de la NVI y debe girar a la derecha, hacia Matograndeo a Pocomaco
Pero imagínese también cómo la nueva AP9 quedará frente a las viviendas de Palavea, en como enlazará, en ambas direcciones, con Alfonso Molina, y como abordará la antigua Fábrica de Armas. Desde ahí, deberá retirar todo lo que haya que retirar, para añadir un nuevo carril frente a Matogrande para limitar el efecto del “trenzado” del tráfico que llega desde la AP9 y debe incorporarse a la Avda. de Alfonso Molina, y el tráfico de la NVI que, por Alfonso Molina, debe girar a la derecha, para dirigirse a Matogrande, al área comercial o al Polígono de Pocomaco. Miles de coches a diario.
Y hágase un poco de memoria; es la misma zona donde el Ayuntamiento había anunciado que haría todo un proyecto de “humanización” de la principal entrada a la ciudad. Resulta difícil compaginar la conexión de la futura AP9 con cualquier proyecto que no sea retirar todo lo que hay y dejar este espacio a disposición de la concesionaria privada que -una vez realizada la obra- procederá a recuperar el coste a través de un peaje por la entrada o salida de la ciudad, durante -imagínese- muchos, muchos años.
La AP9 es la autopista con los tramos más caros de Europa, mientras que, en España, en los últimos años, se han hecho gratuitas o públicas hasta 9 autopistas
Así se ha convertido la AP9 en la autopista con los tramos más caros de Europa, mientras que, en España, en los últimos años, se hacían gratuitas o se hacían públicas hasta 9 autopistas. Pero claro, no se trataban de autopistas en Galicia, donde, los tranquilos y conformistas gallegos “tragan” con cualquier fechoría de sus políticos. Ya sucedió con las obras en el puente de Rande, que en realidad escondían actuaciones de mantenimiento, pero se disfrazaron de ampliación (la diferencia, ”sin importancia”, era que el mantenimiento corría a cargo de la concesionaria, y la ampliación a cargo de los usuarios). Fue cuando colapsó aquel puente italiano, y desde la UE se pidió a todos los gobiernos que revisaran la situación de sus respectivos puentes. El puente de Rande no estaba en mal estado, pero la concesionaria calculó que no aguantaría sin una profunda obra de mantenimiento hasta el final de la concesión. No hizo falta la participación de sesudos economistas de la empresa para decidir: tocaba aprovechar la ocasión y ampliar Rande.
Pero seamos comprensivos; la tarea política es estresante, y en María Pita se duerme…. Siiihhhh! Portémonos como gallegos: seamos dóciles y tranquilos. Además, no todo lo pagaremos nosotros, vendrán generaciones detrás que asumirán parte del ”pelotazo”. Cierto que se escandalizarán cuando comparen los costes de las autopistas europeas, pero utilizar la autopista es una decisión voluntaria, ¿no? Así nos va, no nos engañemos; cosechamos lo que sembramos.