La izquierda moderada española, representada durante muchos años por el PSOE, siempre tuvo una postura contundente en lo que se refiere a la igualdad de oportunidades de personas y territorios y tuvo un comportamiento razonablemente digno, mostrando un apoyo sin fisuras a la aplicación del artículo 155 de la Constitución por parte del gobierno de Rajoy, para que en Cataluña se retornase a la normalidad democrática y garantizar el Estado de Derecho. Incluso condenaron sin paliativos la rebelión de los dirigentes catalanes independentistas calificándola como totalmente inaceptable.

No era la primera vez que mostraban síntomas de poseer dosis adecuadas de sentido común. Recordamos que supieron rectificar tras el traspiés histórico de “OTAN DE ENTRADA NO” y entender en qué lado de la calle debía de estar España y cuáles eran sus verdaderos aliados en el tablero internacional. También es necesario recordar, ahora más que nunca, que, en la época más dura del terrorismo de ETA, pagaron un alto precio con el asesinato de numerosos compañeros socialistas y condenaron sin paliativos a los asesinos de ETA y a sus compañeros de viaje, ahora blanqueados en Bildu.

Por otro lado, la izquierda más radical, la minoritaria, representada por un rosario de pequeños partidos que, en muchas ocasiones, pierden más el tiempo en peleas internas que en pensar en cómo mejorar la vida de los ciudadanos, siempre estuvieron en el lado equivocado cuando se trataba de acertar. Ahí están englobados partidos como Izquierda Unida, Bildu, ERC, Compromís, Más Madrid, Catalunya en Comú, BNG, Podemos y una larga lista de pequeños partidos, ahora bajo el paraguas de Sumar, que siempre van a contrapelo:

– Tuvieron que elegir entre condenar el terrorismo de ETA o apoyar a los demócratas asesinados y a sus familias;

– Entre el terrorismo radical islámico homófobo y machista de HAMAS o el Estado democrático de Israel;

– Entre los que dieron un golpe de Estado en Cataluña y la gran mayoría de españoles y catalanes que querían vivir unidos y en paz;

– Entre solidarizarse con un país invadido, Ucrania, o buscar disculpas para justificar a un país invasor, Rusia;

– Entre los dictadores venezolanos que arruinaron su país o apoyar a los millones de venezolanos que se han visto obligados a huir de la miseria chavista.

En todas las ocasiones, eligieron y se equivocaron. A pesar del ruido que montaba esta minoritaria izquierda radical, los españoles estaban razonablemente tranquilos porque los dos partidos que representaban a una amplia mayoría, de centroderecha y centroizquierda, sabían perfectamente en qué lado tenían que situarse en cada una de las cuestiones importantes. Sin embargo, algo cambió con la llegada de Zapatero al PSOE y, sobre todo, en los últimos años de Pedro Sánchez:

– Cuando aún no salimos de una sorpresa, la rebaja de la sedición y la malversación y el indulto de los políticos catalanes condenados por el Tribunal Supremo en una sentencia impecable, y escuchábamos con incredulidad a Pedro Sánchez afirmar que traería a España a Puigdemont para ser juzgado y que no habría jamás una amnistía, tenemos que digerir sin antiácidos su cambio de rumbo justificando una amnistía que desacredita el Estado de Derecho y un referéndum de independencia en Cataluña que negó de forma reiterada durante mucho tiempo, con la simple justificación de que necesita los siete votos de Junts per Cataluya para seguir en La Moncloa. Ya lo ha confirmado Pere Aragonés, presidente de la Generalitat de Cataluña, en el Senado: “La amnistía es el punto de partida, el destino es votar la independencia”.

– Cuando no terminábamos de creernos aquella afirmación “si quiere lo digo cinco veces o veinte, con Bildu no vamos a pactar. Se lo repito, con Bildu no vamos a pactar”, tenemos que masticar sin dientes la primera foto oficial de un presidente de Gobierno de España con Bildu, un partido que nunca ha condenado el terrorismo de ETA.

– Cuando nos frotábamos los ojos con la calificación de los socialistas a Otegui como “hombre de paz”, tenemos que contener un raudal de insultos cuando escuchamos a Otegui declarar sobre los atentados de HAMAS en Israel que “no somos partidarios de utilizar rehenes civiles para hacer canjes de un tipo o de otro”. Una pena que no pensara lo mismo cuando ETA secuestró a Ortega Lara o a Emiliano Revilla, entre otros muchos, o cuando secuestró y asesinó vilmente a Miguel Ángel Blanco.

– Es muy recomendable que Pedro Sánchez lea detenidamente los escalofriantes reportajes publicados por El Mundo que revelan como, presuntamente, Arnaldo Otegui trasladó indicaciones a otro etarra para realizar el secuestro de un industrial vasco en 1983. La documentación sobre la actividad delictiva de este “hombre de paz”, en palabras de los dirigentes socialistas, entre 1977 y 1987, demuestra que, presuntamente, ha estado involucrado en hasta nueve secuestros y que ordenó asesinar al profesor de Derecho, Juan de Dios Doval, en 1980. De todos esos delitos, solo ha sido condenado por un secuestro. Para cualquier ciudadano con dos dedos de frente es muy difícil comprender que Pedro Sánchez haya pasado de negar a Bildu en reiteradas ocasiones a sacarse una foto oficial con la pareja de Otegui, la parlamentaria Merche Aizpurúa. Este es el precio que paga Sánchez a los filoetarras por los seis votos de Bildu que necesita para seguir en La Moncloa.

El problema fundamental de esos vaivenes es que provoca una enorme incertidumbre en la inmensa mayoría de los españoles, incluidos a muchos de los que le votaron el 23J convencidos de que no iba a pactar con Bildu ni se iba a plegar a la amnistía y al referéndum de independencia de Cataluña.

La guinda la ha puesto Reyes Maroto, portavoz municipal del PSOE de Madrid y ex – ministra de Industria, Comercio y Turismo en el gobierno de Pedro Sánchez durante cinco años, que ratificó muy ufana en una entrevista en El Mundo la excelente sintonía del PSOE con Bildu: “Con Bildu nos ponemos de acuerdo en mejorar la vida de los españoles”. Asombrosa demostración de cinismo y de falta de escrúpulos para dar cobertura al “amado líder”.

En conclusión, ahora toda la izquierda, incluido el PSOE, está en el lado equivocado. Ahora toca abrir el paraguas, si es que todavía no lo han hecho, porque el clima político pasará a alerta roja. Nos esperan otros cuatro años de gobierno de ese “progreso” que solo van a disfrutar los amigos y socios preferentes de Sánchez.