“Me declaro autónomo respecto a quien esté en Madrid. No tengo jefe”, decía hace unos días el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page; el líder valenciano Ximo Puig también se desmarcaba del Gobierno de Sánchez por el trasvase del Tajo-Segura, y el presidente aragonés, Javier Lambán declaraba el domingo: “No soy sanchista. ERC y Bildu son aliados
indeseables, quieren destruir el país”.

Por si no fuera suficiente, los alcaldes de Huelva y Granada, Gabriel Cruz y Paco Cuenca, han retirado las siglas del PSOE de sus carteles electorales para la cita del 28-M, y a buen seguro que no faltarán muchos más que las
escondan. Y es que no es de extrañar que presidentes autonómicos y regidores municipales huyan del sanchismo y de lo que representa bajo las siglas del PSOE, después de una ‘Ley del sólo sí es si’ que ha reducido las penas a más de 1.000 violadores; de una Ley de la Vivienda, que castiga al pequeño propietario y defiende las okupaciones; de un ataque sistemático a las
instituciones; de un Gobierno que ‘sataniza’ a los empresarios, ‘persigue’ a autónomos y emprendedores apuntalándolos a impuestos; y que se ha empeñado en acabar con la clase media de España para tener al pueblo a
sus pies repartiendo miseria.

Con este balance, que sólo son unas pinceladas de lo que ha sembrado el ‘chaval’ en los últimos años, es perfectamente entendible que quienes se someten a una consulta electoral como la del próximo día 28, traten de evitar cualquier vínculo con él, con su Gobierno y hasta con un partido que ha logrado ‘despedazar’ en tiempo récord. Sin embargo, siempre aparece algún ‘mirlo blanco’ que muestra su lealtad al Sr. feudal, como Inés Rey, quien pretendía darse un baño de multitudes con la presencia de Sánchez el pasado viernes en Palexco y, a juzgar por la escasa acogida -apenas 800 personas de toda la provincia- no pasaron de
mojarse los tobillos.

La alcaldesa claudicó, y aceptó la presencia del denostado Pedro Sánchez en A Coruña. Y lo peor de todo no es que viniera a la ciudad, sino el modo en que lo hizo, y la contradicción en la que incurrió una vez más, después de afirmar que ‘el cambio climático mata a personas y a nuestra biodiversidad’. Pues efectivamente, él contribuyó de forma contundente a esa ‘matanza’,
porque en lugar de desplazarse en un vuelo comercial que aterrizaba en Alvedro minutos antes de que él llegara, el Sr. Sánchez vino en su Falcon, con una comitiva formada por ocho coches y dos motos, para trasladarse desde el aeropuerto a la ciudad.

La triquiñuela de ponerse en agenda una visita a la Torre de Control para justificar el desplazamiento y darle un carácter institucional, cuando el objetivo principal del viaje era ese mitin puramente de campaña, es muy
antigua. Una vez más perversa utilización de los medios del Estado para una utilidad partidista y electoral. La desvergüenza es total. Todo un ejemplo de defensa del medio ambiente, de la reducción de emisiones y de saber estar. Sólo nos queda la esperanza de que los coruñeses tomen nota y actúen en consecuencia.