Algunas personas albergaban un hilo de esperanza. El sector judicial, político y los ciudadanos en la calle le pedían que no cometiera la barbaridad de rendir España y el Estado de Derecho a los independentistas catalanes. Todo ha sido en vano. Sánchez ha sometido a España a Puigdemont. Nunca siete votos han tenido un precio tan inasumible.
Ayer, Sánchez y el prófugo Puigdemont, imputado esta misma semana por delitos de terrorismo, han sellado un acuerdo vergonzante. Habrá amnistía para los que han cometido el delito de rebelión el 1 de octubre de 2017 y para los que cometieron el delito de malversación de fondos públicos, habrá referéndum de independencia, habrá relator internacional que nos vigilará como si fuésemos una dictadura bananera, habrá condonación de 15.000 millones, incluso se acuerda perseguir a jueces por “judicializar la política”.
El pacto vergonzante comprende los cuatro años de legislatura, pero Puigdemont se reserva el comodín del público para hacerlo saltar por los aires en cualquier momento si no se cumple a rajatabla cualquiera de sus caprichos. Es más, la jugada maestra del prófugo golpista, huido en el maletero de un coche a Waterloo, es utilizar el artículo 92 de la Constitución para lograr el referéndum: «El referéndum será convocado por el Rey, mediante propuesta del presidente del Gobierno, previamente autorizada por el Congreso de los Diputados». España, tocada y hundida.
Por otro lado, en la parte económica del acuerdo, Puigdemont considera un simple aperitivo la condonación de los 15.000 millones de la deuda de Cataluña y ha logrado que Sánchez se plantee modificar la Ley Orgánica de Financiación de las Comunidades Autónomas para introducir una cláusula de excepción que permita la cesión del 100% de todos los tributos que se pagan en Cataluña.
Esta maniobra torticera de Sánchez y Puigdemont solo se puede calificar como de alta traición a la Constitución de 1978 , la que nos ha permitido a todos los españoles disfrutar del mayor período de estabilidad democrática de nuestra historia. Al candidato a presidente solo le guía lograr el poder a toda costa:
- Le da igual que el Consejo General del Poder Judicial haya calificado este acuerdo como una “inadmisible injerencia en la independencia judicial y un flagrante atentado a la separación de poderes”.
- Le da igual que la Asociación Profesional del Cuerpo Superior de Inspectores de Hacienda del Estado califique de inconstitucional la cesión de tributos a Cataluña y afirmen que va a generar españoles de primera y de segunda.
- Le da igual que todas las asociaciones de jueces se hayan unido para emitir un duro comunicado conjunto en el que denuncian que este acuerdo supone la eliminación de la separación de poderes, el debilitamiento de la independencia judicial y que afirmen que “existe un riesgo de quebrar la democracia”.
- Le da igual que el próximo domingo las capitales de provincia se inunden de ciudadanos indignados por la tropelía y la falta de escrúpulos de un personaje que pasara a la historia de España como el sátrapa que ha canjeado la igualdad de todos los españoles por siete votos.
Sánchez tiene un plan, dispone de cuatro años y lo va a ejecutar cueste lo que cueste. Como ha afirmado Feijoó: “España ha perdido y los independentistas han ganado