Es decir, creer lo que no vemos, ni conocemos ni sabemos ni entendemos.
En el DRAE encontramos hasta nueve acepciones de la palabra “fe”; la más adecuada para mi comentario de hoy es la que dice: “Confianza, buen concepto que se tiene de alguien o de algo.”
El Catecismo del padre Astete decía que la Fe consiste en “creer lo que no vemos, porque Dios nos lo ha revelado.” Esta fe, o confianza, de los cristianos suele ser calificada de irracional y, en muchos casos, hasta es objeto de desprecio porque se considera propia de gente fácilmente influenciable, débil o simple.
Sin embargo, la sociedad actual propende a creer, con los ojos cerrados, a machamartillo, en gurús, líderes de todos los sectores y en las numerosas mentiras que se difunden a través de las redes sociales para desprestigio de personas, instituciones o ideas, sin pararse un instante a pensar en su origen, crédito que merecen o análisis de su contenido.
El señor Sánchez pide a sus militantes fe en él: les consultará acerca de si le dan su confianza en relación con los acuerdos a los que tiene que llegar para conseguir la investidura. Y no concreta más; pero, a la vista está que se refiere a los acuerdos con los partidos nacionalistas -catalanes, vascos y gallego-, pues también somete a la aprobación expresa el pacto de gobierno alcanzado entre PSOE-Sumar -en el que no se mencionan las palabras “amnistía” o “referéndum”. Como suele decirse “blanco y en botella”.
Le da miedo -¿o es hipocresía?, ¿o es considerar simples a sus militantes?- pronunciar las palabras amnistía y referéndum, porque lo que va a negociar con los independentistas es el contenido de ambos conceptos.
Pide a sus militantes que depositen en él la fe del carbonero -la despreciada Fe de los cristianos-; es decir, que den por bueno lo que no conocen, no saben, no ven,…, y, por lo tanto, no pueden entender.
Pero afiliados -en torno a 200.000- no es lo mismo que votantes – según las últimas elecciones algo menos de 7 millones-; ¿qué valor, pues, tiene la consulta?
Pues intentar cubrir sus espaldas, porque algo tan importante como lo que negocia con los independentistas no figuraba en su programa electoral para las elecciones del 23-J, y eso se llama engaño a sus votantes, afiliados o no. Aún más, el 20 de julio, en el programa Al Rojo
Vivo de Ferreras en La Sexta TV, afirmó estar en contra de la amnistía y el referéndum, por ser anticonstitucionales. Con la consulta, hace un remedo de lavado, pero sin pronunciar las dos palabras que le desautorizan, por haber mentido una vez más -o cambiar de opinión como él dice.
Los prohombres socialistas y ex socialistas que protestan públicamente de lo que puede suceder -González, Guerra, Leguina, Sevilla, Corcuera, Vázquez, Ibarra, Jáuregui, Campo, Calvo, Iceta, Marlaska, entre otros…-, tienen ahora su oportunidad.
Y el resto, los coros que le jalean en los mítines y en las comparecencias públicas, ¿depositarán su confianza en él, porque es él?
¿Escuchará el líder la voz de los afiliados, cualquiera que sea el resultado? Lo mismo podría decirse del señor Puigdemont y de sus independentistas, forofos de la consulta a los catalanes: ha votado el 5 % de los casi 100.000 miembros del Consejo de la República Catalana y un 75 % de ellos ha dicho “no” a la investidura del señor Sánchez. Hipocresía, mentiras, eufemismos, soberbia, incongruencias. Una sociedad corrompida.