Benjamín Santamaría

El otro día asistí a la presentación de una candidatura municipal en Sigüeiro, Oroso. Una candidatura que, me consta, lleva tiempo poniendo nervioso al hegemónico PSOE dado su crecimiento en redes sociales, su vocación localista y el hartazgo de muchos. Y es que los socialistas llevan en ese ayuntamiento 23 años y, después de tanto tiempo, Álex Doval del PP está a punto de llegar a la alcaldía para regenerar el consistorio.

Hace unos meses se inauguró el auditorio en el cual se celebró dicha presentación. Es en ese lugar en el que sucedieron los eventos paranormales que voy a relatar y de los que yo mismo fui testigo en primera persona. Para aquellos que no confíen en mi palabra, solo tienen que consultar a los cientos de vecinos que allí se congregaron. Y digo esto porque entiendo que muchos piensan que lo que cuentan las historias de fantasmas no puede ser real y que detrás de cada hecho extraño hay, o bien una voluntad, o bien una explicación que da sentido a lo que acontece. Mas seamos prudentes y comencemos a enumerar los hechos.

Primero, parece ser que el fantasma tiene entre sus cualidades hacer desaparecer material pues, según narran algunos testigos, unos días atrás revisaron el lugar y encontraron unos micrófonos inalámbricos que luego, en el día del mitin, se esfumaron sin dejar ningún rastro.

Segundo, el espectro es capaz de imposibilitar el encendido de luces (tal y como se puede comprobar en la imagen en la que se ve a los candidatos a oscuras) dado que tras numerosos intentos nadie consiguió ponerlas en marcha.

Tercero, cuando los trabajadores se dispusieron a preparar el sonido para el acto, no pudieron acceder a la mesa de mezclas dado que estaba “restringida”. Es decir, el espíritu imposibilita el acceso a los recursos del joven auditorio –que han pagado todos los vecinos de Oroso– a quien los quiere usar.

Pero si todo esto aún no les ha convencido para creer en fantasmas, lo peor está aún por venir.

Y es que, misteriosamente, la alarma de incendios comenzó a sonar mientras la gente iba llegando de una forma extremadamente estridente. Tanto es así que obligó a muchos a abandonar la sala. Este suceso se dió, al menos, en tres ocasiones. Es decir, tras encenderse –sin ningún estímulo aparente que lo provocara– la alarma, dejó de sonar para en un rato volver a hacerlo dejando algún intermedio en el que solo se sentía un pitido constante.

Al llamar a la empresa encargada, la solución que se puso encima de la mesa fue desconectar el aparato de forma analógica –desconectando cables– dado que no eran capaces de apagar lo que producía el ruido infernal.

Después de conocer estos hechos, ¿dudan ustedes de lo paranormal? Sé que lo instintivo es tratar de buscar una salida racional y pensar que esta cadena de inconvenientes viene de una serie de hechos con alguna explicación. Yo, sin embargo, considero que es demasiado casual como para evitar recurrir al fantasma. Eso sí, estoy seguro de que dicha entidad no vota a Álex Doval.