Estado de bienestar es poder vivir dependiendo de tu trabajo, lo otro es colectivismo o socialismo o el desenlace lógico de la socialdemocracia europea, pero no funciona.
A raíz del último escándalo que nos encoge el alma y el bolsillo a los sufridos contribuyentes, comprobamos como el diezmo largo que se nos resta de nuestros ingresos a todos, es dilapidado nuevamente en prebendas para una minoría y en el desequilibrio de todo un sistema cada vez más alejado de nuestros ricos vecinos de Europa. En fin, no puedo hacer otra cosa que pedir menos Estado.
Es que eso es una excepción, me dirán algunos. No, eso es sólo una desviación de la norma, una pequeña perversión ilegal que hace saltar las alarmas sobre lo que soportamos a diario dentro de la legalidad, sobre lo asumido.
Decía el profesor Bastos en una de sus famosas charlas, que las monarquías, el clero y los señores feudales de edades pasadas sólo quitaban un 10% al pueblo (el famoso diezmo), no por poco ambiciosos, sino porque el pueblo se levantaría si se le exigiese más. Hoy nos quitan más de la mitad de lo que generamos (a nosotros, no a los ricos) para repartirlo de una supuesta manera más justa.
Hablan de la sanidad y la educación para silenciar a los discrepantes, pero lo cierto es que ese dinero se dilapida a diario mientras cada vez somos más pobres, cada vez nos adelantan más países del antiguo pacto de Varsovia y de las economías emergentes, cada vez estamos más abajo en Europa en todo menos en volumen, que esto último nos viene dado por el tamaño del país, no por mérito alguno.
Pongo algún ejemplo de los últimos días, aparte de la estafa de las mascarillas en medio de la pandemia, utilizando el poder político.
Primera. Todas las organizaciones disminuyen el número de administrativos hasta la mitad o más como consecuencia de la informática y el traspaso de la administración a los usuarios por internet; todos menos la administración pública, que no para de crecer y crecer para dar cada vez un peor servicio. Al igual que en los bancos nos toca a los usuarios realizar casi todo el trabajo administrativo, pero al contrario que en estos, la administración del Estado no se reduce a la mitad.
De manera recurrente, cada diez o quince años, pasan a fijos un número ingente de empleados que entran en la función pública sin oposición. Los cuelan con disculpas legales, la última que no es conforme para Europa mantener a trabajadores durante tanto tiempo sin regularizar su temporalidad. Pero no nos engañan, eso ya lo sabían sobradamente cuando los contrataron y lo hicieron igualmente. Es aritmética política, están creando futuros votantes, ciudadanos agradecidos con chope para el resto de su vida.
Otra. En medio de los chanchullos de la estafa de las mascarillas hay también encuentros de la esposa del presidente del Gobierno con gente relacionada con una compañía aérea que recibió unos 600 millones de euros de dinero público para “reflotarla”, Air Europa. Compañía que a su vez patrocinó eventos relacionados con la “presidenta” Begoña y compañía que recibió un contrato millonario para crear una empresa aérea de transporte de mercancías por medio del antiguo monopolio estatal de transporte por tren.
También llegó a un acuerdo con RENFE para compartir viajeros por tierra y aire. Del mismo modo, está la utilización del mediador del caso Koldo para la recuperación de 140 millones que debía a Air Europa el gobierno de Maduro, un mes antes del famoso viaje de Delsy. Todo muy normal y fruto de la casualidad. Hoy en día hay demasiadas empresas públicas o subvencionadas distorsionando el mercado y perjudicando precios, distorsionando la economía.
Tenemos todo tipo de escándalos y desviaciones de uso del diezmo largo que nos “distraen” de nuestros bolsillos, como el cada vez mayor número de personas que viven del Estado.
Un amigo argentino de izquierdas me hacía ver que era una cuestión aritmética, decía: “Si tenemos a veinte millones de personas viviendo del Estado, tenemos a veinte millones de votantes, tenemos asegurada la continuidad en el poder”.
Sobre la necesidad de tener una medicina y educación públicas ya hablaremos otro día, pero plantéense en serio si eso es así o si llevamos engañados desde la escuela.
A la hora de votar la próxima vez, que no les engañen, exijan menos Estado. Estado de bienestar es poder vivir dependiendo de tu trabajo, lo otro es colectivismo o socialismo o el desenlace lógico de la socialdemocracia europea, pero no funciona.