Lamentable imagen de la televisión pública con ceses fulminantes y nombramiento de una discutida militante socialista como presidenta.
En los años que ya tengo, que son muchos, he visto, sufrido y emocionado con muchas cosas. No todas han sido malas y creía, imbécil de mí, que con la llegada de la democracia y la libertad todo cambiaria y de aquella oscuridad de miseria, corrupción y falta de la más importante forma de vida, como era la libertad y la igualdad, surgirían los cambios; pero resulta que no, que la lucha de algunos y muchas algunas, se utiliza la palabra libertad y se adorna la igualdad, pero todo ello no es más que una patrañera mentira.
Con el grito de LIBERTAD Y DEMOCRACIA con que recibimos aquel día 6 de diciembre de 1978, los cambios producidos dentro del anhelado sistema que nos aproximaba a otras democracias situadas más allá de los Pirineos, creíamos que el primer paso estaba ya dado y seguimos caminando en ese espacio común en donde la libertad y la igualdad de oportunidades podía alcanzarse.
Bajo el paraguas de la democracia todo sigue igual.
Transcurridos estos ya 56 años, observamos con tristeza que el esfuerzo, la lucha y el sacrificio de quienes sufrieron prisión y destierro, de poco han servido porque al final y bajo el paraguas de la democracia todo sigue igual. Eso sí, puedes quemar el retrato del Rey, liberar, mediante leyes hechas a medida, a presos políticos que han pretendido golpear al Estado e incluso premiarlos con sustanciosos beneficios económicos a cambio de siete votos y acusando a la derecha de todo, cuando esa prebenda se les concede a los partidos aún más de derechas por el mero hecho de ser catalanes, es decir, diferentes.
Colonizar las instituciones tal vez haya sido el objetivo de todos los partidos, pero NUNCA con la obsesión de dominarlo todo, como sucede ahora. Recuerdo las palabras de Zapatero ante un micrófono que se había olvidado cerrar y en el que aconsejaba, ante la pregunta de Iñaki Gabilondo, que para lograr mejores resultados “era necesario pensionar más”. Es decir, aumentar la crispación, de aquellos polvos quedan estos lodos.
En TVE se cesa a un responsable de contenidos, después a la presidenta y se sustituye por una militante socialista que había quedado en el puesto 86 de 92 candidatos.
Con ese afán de dominarlo todo, se ha llegado a lo esperpéntico en el consejo de administración de la llamada Televisión Española, en la que solo se exaltan las noticias de un lado silenciado a las que son de la oposición. Después de cesar a un responsable de contenidos, se cesa a la presidenta y se designa a una señora que, cuando la corporación RTVE lanzó en el 2018 un concurso público para elegir a su consejo de administración y a su presidente, la Sra. Cascajosa presentó su candidatura con un proyecto que la situó en el puesto 86 de entre los 92 candidatos que optaron al mismo. Ahora es la presidenta.
El aspecto más llamativo de su elección es su vinculación política. Además de ser consejera por designación del Partido Socialista, ella misma reconoció ser militante del PSOE en la comisión del Congreso celebrada en el 2021 por su nombramiento como consejera. No les llegó con colonizar Indra, el CIS, el Tribunal Constitucional y otros muchos. Ahora le toca el turno a la Tele, que más parece un telerín y el motivo oculto se llama Broncano, un humorista para desbancar la audiencia de “El Hormiguero”, pero con un coste de 43 millones de nada que pagamos entre todos nosotros.
¿Os acordáis del siniestro presentador Jesús Cintora, retirado ocho meses después de hundir la audiencia? Bueno, ahora, aparte del cómico, también han fichado a Pablo Iglesias. El dedazo de la Moncloa es más largo que la nariz de Pinocho. Y a la oposición ni se le ve ni se le espera.