En 2012 se crea la Sociedad de Gestión de Activos Procedente de la Reestructuración Bancaria, más conocida por su acrónimo SAREB y por su pseudónimo “el banco malo”. A esta sociedad anónima se transfieren activos devaluados de cuatro entidades nacionalizadas en ese momento: Bankia, Catalunya Bank, Banco Gallego y Banco de Valencia; así como los activos de las entidades en proceso de reestructuración en ese momento: Banco Mare Nostrum, Banco Ceiss, Caja3 y Liberbank. La SAREB en sus inicios estaba participada en un 55% por capital privado y un 45% por capital público a través del FROB, un organismo público que tiene por objeto gestionar los procesos de resolución de entidades de crédito y servicios de inversión.
En total la SAREB tenía en balance unos 50.000 millones de euros en activos devaluados. Por activo devaluado significa que el valor real, a precio de mercado, sería notablemente inferior de esos 50.000 millones de euros. La SAREB tenía un riesgo importante: los tipos de interés. A mayores tipos de interés sus activos valían menos y tendría que pagar más por la deuda. ¿Por qué? Piense el lector en la situación actual donde los tipos de interés se han movido en 12 meses del 0% al 3,5% por lo que las hipotecas ahora son más caras; al ser más cara la financiación, hay que hacer un esfuerzo superior en cuestión de intereses para comprar el mismo activo, por lo tanto, el precio del activo para adecuarse a la nueva realidad tiene que bajar.
Si el lector hace un par de años quisiera mitigar el riesgo de tipos de interés sobre una hipoteca para financiar un inmueble, elegiría un tipo fijo por el cual perdería dinero (pagaría más) si los tipos de interés estuvieran por debajo del tipo de interés contratado y ganaría dinero (pagaría menos) cuando los tipos de interés se situaran por encima del tipo de interés contratado. La Sareb hizo lo mismo, pero a mayor escala, digamos que hizo una “hipoteca fija” sobre los casi 50.000 millones de euros que tenía en activos.
Para entenderlo, cuando la SAREB se constituye, se dota con cientos de inmuebles como activos y se financia con deuda que tiene que ser repagada al 45% de las participaciones mantenidas por compañías privadas, que fueron las que absorbieron en 2012 las entidades nacionalizadas, y el Estado que inyecta miles de millones de euros para cuadrar la devaluación de los activos (los inmuebles) que tenía la SAREB en balance. Por ello, cuando los tipos de interés subían, la SAREB tenía que pagar más intereses sobre la deuda y eso era un riesgo.
¿Cuál fue la solución? Contratar un derivado sobre tipos de interés a modo de cobertura. Imagine el lector que un banco cualquiera vende 500 hipotecas de 300.000€ a un tipo fijo del 1,5%. Cuando los tipos de interés se sitúan por encima del 1,5% el titular de las hipotecas sigue pagando ese 1,5% mientras que el banco emisor de la hipoteca tiene que pagar más al Banco Central Europeo por lo que en teoría, pierde dinero ¿verdad? No señor, los bancos no pierden dinero (al menos de esta forma).
El procedimiento habitual para no perder dinero, siguiendo el ejemplo anterior, es que antes de vender las hipotecas contratan un derivado de cobertura sobre tipos de interés por valor de 150 millones de euros (500 hipotecas multiplicado por 300.000€) al 1,5%. De manera que el banco tiene que pagar a la otra entidad con la que contrata el derivado cuando el tipo de interés es inferior a 1,5% y recibe dinero de la otra entidad cuando el tipo de interés excede el 1,5%. Cuando el tipo de interés es inferior al 1,5% el banco recibe más dinero en intereses de los titulares de las hipotecas que tiene que pagar a la entidad del derivado contratado, mientras que cuando el tipo de interés es superior al 1,5% los titulares de las hipotecas pagan menos intereses del que deberían en mercado abierto pero el banco recibe de la entidad contraparte un pago que iguala lo que debería recibir a ese nivel de tipos de interés. Es un juego de suma 0.
Pues bien, una vez entendido como funciona un derivado de tipos de interés con el fin de realizar una cobertura volvamos al SAREB. Si en nuestro ejemplo el derivado se contrataba por un importe de 150 millones de euros, aglutinando 500 hipotecas con un saldo medio de 300.000€, la SAREB contrató un derivado de tipos de interés por valor de 42.000 millones de euros. Casi sobre la totalidad de su deuda sensible a los cambios en tipos de interés.
Pues bien, este derivado comenzó el 31 de diciembre de 2013 con una vigencia de 9 años, hasta diciembre de 2022. Durante los 10 últimos años que hemos “disfrutado” de tipos de interés cercanos a 0. Por lo que el derivado de cobertura arrojaba pérdidas al situarse el precio del dinero por debajo del seguro contratado. Justo cuando los tipos de interés empiezan a subir en 2022, que es lo que el seguro de tipos de interés intentaba proteger, el derivado se cancela.
En marzo de 2022, el gobierno aprueba una nueva normativa de cara a modificar su participación en la Sareb por encima del 50%, tomando de facto el control de la sociedad. Esta decisión es una consecuencia de la directriz emitida por Eurostat de contabilizar las pérdidas de la SAREB como deuda pública. El cambio de criterio respecto al seguro de tipo de interés responde a que “la Sareb al haber pasado en 2022 a ser parte del sector público ya no trabaja con derivados y la gestión se remite a lo que hace el Tesoro”.
Desde mediados del 2022, los tipos de interés comenzaron una escalada que afecta a la deuda de la SAREB. Un aumento de los costes financieros que se habría mitigado notablemente de mantenerse el seguro sobre tipos de interés en vigor, ahora es cuanto más falta hacía. De esta manera se pierden 3.500 millones de euros del contribuyente por una operación. Eso sí, como contribuyente, no te olvides de cotizar tus impuestos; el cómo se aprovechen eso ya es otra historia.