Tras tomarse unas minivacaciones y movilizar tan solo a 12.500 hooligans, de un total de 190.000 militantes socialistas, decide seguir como presidente de un gobierno sin presupuestos y prisionero de los nacionalistas catalanes y vascos.

Después de tomarse unas minivacaciones pagadas, Pedro Sánchez “parió un ratón” y anunció lo que ya sabíamos: “he decidido seguir, con más fuerza, si cabe”. Con toda la parafernalia propia de los autócratas, con máster oficial en populismo barato, y utilizando como telón de fondo las dependencias de La Moncloa, se escudó en los supuestos ataques de la derecha mediática y el lawfare del poder judicial contra su mujer. Al final, si que ha sido una decisión por amor, pero a seguir en la poltrona y disfrutando del falcon.

Pedro Sánchez ha montado un numerito machista para defender a su “desvalida” mujer, en lugar de permitir a Begoña Gómez que explique sus actividades empresariales

Aquí me van a permitir un inciso. Es auténticamente bochornoso esa demostración casposa de machismo por parte de un narcisista Pedro Sánchez, que ha decidido defender el “sufrimiento” de su mujer y el intento de “destruir su dignidad sin el más mínimo fundamento” – aunque muchos opinan que en una democracia europea, las maniobras de su mujer no tienen justificación – Y nosotros nos preguntamos: Una mujer tan decidida y solvente como para reunirse con empresarios y gestionar cuestiones económicas de enjundia, como ha demostrado Begoña Gómez, ¿no se puede defender ella solita sin necesidad de que Sánchez tenga que ponerse la capa de Superman y acudir en su auxilio? 

Hace mucho tiempo que las mujeres, en España, se defienden solas sin necesidad de que ningún hombre tenga que actuar de guardaespaldas

Sería bueno que alguna feminista le recordase e Tirano Pedrone que las mujeres, desde hace mucho tiempo, ya no necesitan “guardaespaldas” para explicar sus decisiones empresariales, salvo que la cosa sea preocupante y tenga más enjundia que lo que traduce la débil demanda de Manos Limpias. De momento, Begoña, calla y otorga.

Foto. Hasta el momento, Begoña Gómez, mujer de Pedro Sánchez, no ha ofrecido ninguna explicación a las dudas que ha sembrado su actividad empresarial

El segundo argumento del discurso del Joker Sánchez es el victimismo – “llevamos 10 años sufriendo una campaña de descrédito” –, su fortaleza a prueba de bombas – “podemos con ella” – y la defensa a ultranza de la “carrera profesional” de su mujer. Le recordamos a este aprendiz de presidente que todos los que le precedieron en el cargo, también fueron objeto de críticas despiadadas de sus rivales y de los medios de comunicación: Adolfo Suárez, Felipe González, José María Aznar, Mariano Rajoy y José Luis Rodríguez Zapatero. A ninguno de ellos se le ocurrió montar el numerito “peronista” de tomarse unas minivacaciones y terminar pariendo un pequeño ratoncillo absurdo. Ni siquiera a Mariano Rajoy, al que Pedro Sánchez despellejó sin piedad y al que los medios de comunicación del Régimen Sanchista despedazaron sin descanso.

En el discurso postvacacional de Pedro Sánchez se ha deslizado la peligrosa sensación de que está en riesgo la libertad de expresión y la independencia del poder judicial

Quizá lo más preocupante ha sido su afirmación de que “no hay que confundir entre libertad de expresión y libertad de difamación” lo que, según Sánchez, forma parte de un “movimiento regresivo mundial” y anunció un preocupante “pongamos fin a este fango”. Es decir, aquí hay que pensar, hacer y decir lo que Pedro Sánchez piense, haga y decida y aquellos que no estén de acuerdo y opinen o publiquen lo contrario, se colocarán en el “bando de los malos” y sufrirán las consecuencias. Lo de Corea del Norte me está empezando a parecer una democracia consolidada con lo que se nos viene encima en España.

Foto. Pedro Sánchez anunció una regeneración y un proceso de limpieza que apunta a seguir enfrentando y degradando el sistema de libertades y la democracia española

Con un cinismo que hiela la sangre, Sánchez afirmó que la carta que envió a la ciudadanía “no obedece a ningún cálculo político”. Los que no pertenecemos a los Ultra Sur del socialismo español, sabemos perfectamente que esa carta ha sido una maniobra calculada para desviar la atención de las sospechas éticas sobre el comportamiento empresarial de su mujer y, de paso, destrozar la campaña electoral de las elecciones catalanas, realizar un ejercicio de caudillismo entre sus acólitos, cargarse de argumentos populistas para atacar a los medios de comunicación independientes y comenzar una cruzada para fulminar la separación de poderes, asaltando el último bastión que le queda por conquistar, el poder judicial.

Pedro Sánchez se apoyó en los 12.500 manifestantes socialistas del sábado como combustible de la “movilización social” que le convenció para quedarse en La Moncloa

También apeló a la “movilización social” que ha influido en la decisión de quedarse al frente del Gobierno de España y hay que recordarle que sólo ha logrado movilizar el sábado poco más de 12.500 afiliados socialistas de toda España de un total de 170.000 y que su decisión debería de estar basada en la opinión de los casi 48 millones de españoles y eso sólo lo puede hacer convocando elecciones generales para salir de esta parálisis en la que ha metido a España al no tener la mayoría suficiente para aprobar los Presupuestos Generales del Estado.

Todo el discurso apesta a un tufillo de imposición de una censura posmoderna para acallar cualquier medio de comunicación discrepante

Ayer, día de San Pedro Mártir, Sánchez no escogió hacer mutis por el foro, prefirió ser “el puto amo” – como proclamó su guardaespaldas Óscar Puente – y, tras la pataleta que le llevó a estar 5 días “sin respirar”, ha decidido quedarse tras la enorme “movilización social” que nadie más que el amado líder ha visto. Y se queda para iniciar una “regeneración” que, con nuestro particular diccionario de traducción del sanchismo al castellano antiguo, significa que impondrá la censura posmoderna para acallar cualquier medio de comunicación discrepante y que comenzará la aniquilación definitiva de la separación de poderes.