Protagonizó el pasado miércoles, en el arranque del curso político, una de las mayores falacias de los últimos años, para desviar la atención de la bochornosa intervención en el Senado de la ministra Mª Jesús Montero sobre el concierto catalán.
El nuevo planteamiento populista del presidente del Gobierno es tan falaz, como el propio Pedro Sánchez, y para demostrarlo sólo tenemos que analizar sus palabras: “Vamos a acotar privilegios desproporcionados a ciertas élites de nuestro país”.
El presidente del Gobierno debería predicar con el ejemplo y renunciar a muchos de los privilegios que tiene, para así ponerse en la piel de la “mansa muchedumbre” a la que manipula continuamente.
Los españoles hemos ido reduciendo las vacaciones paulatinamente en los últimos años, porque las economías domésticas no llegaban ni a poder disfrutar quince días fuera de casa. Ahora una semana ya es mucho y para miles de familias ni siquiera eso es posible. Esto debe ser todo consecuencia de su “brillante gestión” que le ha hecho afirmar que “España vive su mejor situación desde hace décadas” y que su economía “va como un cohete”, en palabras de Tirano Pedrone.
Arengar a los vasallos, con el sistemático ataque a los ricos para “defender” a los pobres, ha puesto en alerta a la clase media en previsión de una, más que probable, subida de impuestos
Sin embargo, a Sánchez y a su familia (seguramente también a los amiguetes) los españoles tenemos que pagarle las vacaciones, y créanme que no son baratas (servicio doméstico, manutención, seguridad, desplazamientos, mantenimiento residencial…).
Si peregrinar por los palacios y haciendas Patrimonio del Estado que frecuenta Sánchez, como Las Marismillas, en Doñana; La Mareta, en Lanzarote, o el Coto Nacional de Quintos de Mora, en Toledo, sin pagar ni un euro, no es un privilegio, díganme ustedes qué lo es. Sus homólogos europeos no disponen de semejantes privilegios a coste cero.
Si algo le priva a Pedrito es la puesta en escena. Sentirse “caudillo” es lo mejor que le puede pasar, y eso lo practica con frecuencia cuando hace desplazamientos terrestres, acompañado de una flota de coches, motos y seguridad que dudamos que se despliegue con el presidente de los Estados Unidos. El coste de personal y vehículos, y las emisiones de CO2, parece que son secundarias para el Jóker Sánchez, que es capaz de soplar y sorber a la vez. Es decir, puede usar el avión presidencial a todas horas cuando le venga en gana, incluso para acudir a los mítines del PSOE, y decirle a sus “vasallos” que compren vehículos eléctricos – como si fuesen baratos – y que utilicen transporte público, sabiendo que los trenes de Óscar Puente fallan más que una escopeta de feria. Si este alarde de consumo exagerado de combustible, cada vez que usa el Falcon, no es un privilegio innecesario, díganme qué lo es.
Pedro Sánchez obligó al piloto del Falcon a volar desde A Coruña para recogerlo en Santiago y volar a Madrid y ahora recomienda a sus “vasallos” utilizar el transporte público
También debe tener bula el Sr. Sánchez sobre las emisiones que produce el Falcon, que hizo volar vacío entre A Coruña y Santiago, por no hacer el trayecto de 70 kilómetros en coche hasta la ciudad herculina tras asistir a un mitin del PSOE, antes de emprender el regreso a Madrid. Y aunque este fue el mayor escándalo de uso partidista de la aeronave oficial, junto con la asistencia al concierto en Benicasim, no podemos olvidar que Pedro Sánchez sin el Falcon no es nadie. Por esta razón, continuaba en el año 2024 el uso y abuso de los aviones presidenciales para asistir a más de 70 mítines del PSOE, que supusieron un gasto de 7 millones de euros en combustible, y una contaminación de más de 30.000 toneladas de CO2. ¿Será esto un privilegio, o una obligación?
Lo cierto es que habló con contundencia al decir que esos privilegios se los iba a recortar a “ciertas élites”, porque a la que él pertenece no le va a aplicar recortes, sabiendo que en España cada vez hay menos ricos y lo que es seguro es que sí hay muchos más pobres desde que Sánchez es presidente de Gobierno. Concretamente hay 12 millones de personas que ganan 1.000 euros al mes.
La ministra Montero defendió con contundencia en el Senado el concierto económico para Cataluña, sin acordarse de los vídeos que circulan por las redes en los que negaba tajantemente la posibilidad del concierto catalán, al igual que hizo con la amnistía
Mientras tanto, el hermano de Sánchez, con un sueldo anual de 55.000 euros, está siendo investigado por disponer de un patrimonio de más de 2 millones sin poder justificar su procedencia, por cobrar de la Diputación de Badajoz presuntamente sin acudir a trabajar y por tributar lo que ha cobrado en Portugal. ¿Seguro que eso no es un privilegio que hay que fulminar?
Para finalizar, podemos asegurar que muchos ciudadanos andan con la mosca detrás de la oreja ante el anuncio de la Agencia Tributaria de María Jesús Montero de calificar como “ricos” a las personas que ganan 2.200 euros al mes. Eso solo puede significar que Pedro Sánchez va a incrementar el esfuerzo fiscal a esos “nuevos ricos” que apenas llegan a fin de mes, para poder seguir repartiendo paguitas y engordando la nómina de asesores y amiguetes que son nombrados altos cargos para ocupar las instituciones. Vamos, una fotocopia calcada del plan que desarrolló Chávez y Maduro en Venezuela para perpetuarse en el poder.