Desde hace unos meses los índices económicos a corto plazo que miden la actividad en económica en España muestran un deterioro progresivo que será patente a la vuelta del verano. Desde el Instituto Nacional de Estadística (INE) se ha publicado el Índice de la Cifra de Negocio Empresarial, que aglutina la totalidad de sectores económicos no financieros: industria primaria, secundaria y terciaria (excluyendo servicios no financieros).

El último dato del citado índice es relativo a junio de este año, y cae un 1,2% frente a mayo y un 5,8% frente al mismo mes del año anterior; ambas cifras se encuentran corregidas frente a efectos estacionales y de calendario para mejor comparación. Desagregando los sectores, la industria cae cerca de un 3% y el comercio un 1,7% mientras que tan solo crecen servicios “inelásticos” (que independientemente del precio seguirán consumiéndose) como son los suministros de electricidad y agua, que aumentan un 0.5%.

Hay que comentar que éste índice se presenta en términos nominales (que no tienen en cuenta la inflación). Por lo tanto, es posible que los números estén recogiendo el recorte des-inflacionario (de pasar de una inflación del 10% al 5%) que hemos vivido este último año. Sin embargo, es cierto que la actividad económica agregada en España no consigue compensar este efecto; es decir, no está creciendo.

No hay que ver un dato o índice de manera aislada, sino que hay que comparar varios para ver si existe una coherencia. En particular, este índice unido a los datos de negocios de la industria y servicios, así como los datos de facturación empresarial emitidos por la agencia tributaria, se demuestran premonitorios ante un segundo semestre del año con una actividad económica más débil.

El único punto positivo puede ser el verano de record que está viviendo el sector turístico. Este sector tiene un peso relativamente importante en la economía española por lo que podría mitigar la desaceleración que se está viviendo en otros sectores. Sin embargo, los incrementos de precios en el sector turístico no podrían ser sostenidos durante mucho tiempo sin dañar a la demanda; que encontraría destinos alternativos con mejor relación calidad/precio.

De cara ya al último semestre del verano las principales incógnitas subyacen en la política monetaria que manejará el Banco Central Europeo (BCE). Sobre si el BCE seguirá con sus políticas monetarias restrictivas o si la inflación bajará sin “romper” ningún sector en particular. También habrá que estar atentos al empleo, tanto en Europa como en España, para ver que transmisión tiene la ralentización económica a los puestos de trabajo.  Y sobre todo, cómo impactarán los déficits estructurales de algunos países y sus elefantiásicas montañas de deuda con unos tipos de interés que se pueden mantener por encima del 2% a medio plazo.

Con toda esta coyuntura, si se produce una repetición electoral de cara a finales de año en España, podría marcar el resultado el hecho de que la población sea realmente consciente del deterioro económico después de haber dilapidado su colchón de ahorro. Por lo tanto, no sé si desgraciadamente o no, es posible que no existan unas segundas elecciones porque los que están más dispuestos a perder en una repetición electoral son los más propenso a las cesiones. Lo que es seguro, es que el actual Gobierno se ha comprometido con Bruselas a una subida de impuestos que comenzará a inicios del año 2024; por lo que a inicios del año que viene es posible que el Estado quiera recaudar del que nada tiene.