El esfuerzo y la presión fiscal, unido a la falta de liderazgo político, contribuye a la desaparición de la clase media, ya que el 44,6% del salario medio de los españoles acabará este año en manos de Hacienda.

En este artículo se pretende poner de manifiesto el contexto en el que se encuentra la clase media española, y el futuro más próximo. A pesar de que la presión y el esfuerzo fiscal son, a veces, utilizados como sinónimos, nos encontramos con dos conceptos de alta relevancia, pero diferentes. Por ello, es importante definir ambas ideas, para saber a qué nos referimos con cada una.

Eurostat define la presión fiscal como la suma de ingresos tributarios y contribuciones sociales dividido por el PIB del país. Se refiere, por tanto, a los ingresos del Estado, donde se incluyen, impuestos, tasas, contribuciones especiales y contribuciones sociales (Seguridad Social en España).

Es necesario diferenciar entre presión y esfuerzo fiscal, que a veces se confunden, y que afectan de forma importante a la salud económica de la clase media.

El esfuerzo fiscal es el resultado de dividir la presión fiscal entre el PIB per cápita, es importante tener en cuenta, que ni la presión ni el esfuerzo fiscales, reflejan la carga distributiva de los impuestos, pues en dos países con la misma presión fiscal, uno de ellos puede gravar, por ejemplo, mucho más a las empresas y el otro mucho más a las personas físicas. Ahora que asimilamos los conceptos, vamos a analizar presión y esfuerzo fiscal en España frente a los países de nuestro entorno.

La presión fiscal de los españoles se situará en el 38,6% para el 2024, según estimaciones del gobierno. Esta ratio lleva años subiendo con mucha fuerza, siendo este crecimiento 30 veces superior a la media europea.

Téngase en cuenta que nos situamos debajo de la media europea, de ahí que se lleve los últimos años debatiendo sobre la armonía fiscal dentro de la UE.

La presión fiscal en España ha crecido 30 veces más que la media europea en los últimos años, pero, de momento, sigue por debajo de ese indicador, lo que alimenta la hipótesis de fomentar la armonía fiscal en la UE.

La medida más importante es el esfuerzo fiscal, es decir, lo que le cuesta a un ciudadano pagar sus impuestos, porque hay países con una presión fiscal muy alta, es decir, grandes tributaciones nominales, pero debido a que son países muy desarrollados y eficientes, el dinero restante es suficiente para vivir. 

Según el índice de esfuerzo fiscal elaborado por el IEE, a partir de datos de Eurostat, el esfuerzo fiscal en España está un 18% por encima de la Unión Europea.

Para que se entienda con un lenguaje sencillo, no es lo mismo pagar el 25% de tu salario en Suiza que en Haití. En un país, ganar menos puede significar comprar un coche de gama media en vez de alta, y en el otro supone no comer. Al mismo tiempo, se ve cómo Noruega tiene uno de los impuestos a la renta más altos del mundo y se encuentra dentro de los países con menos esfuerzo fiscal, comparado con Níger, uno de los países con menor presión fiscal del mundo, pero, por desgracia, de los más pobres. 

Podemos concluir, por tanto, que una tributación alta o baja no es sinónimo de desarrollo; sin embargo, si hay una relación clara con la capacidad de desarrollo cuando el esfuerzo fiscal es bajo. La forma de rebajarlo al máximo posible es hacer de España un reclamo para extranjeros particulares y empresas internacionales que inviertan sus recursos económicos. Con esto se lograría generar crecimiento económico, trabajo y, al tributar, una reducción del esfuerzo fiscal de los españoles.

El reciente incremento exponencial de la carga tributaria en España se ha realizado gracias a la creación de nuevos tributos, unido a las subidas de los existentes y al papel de la inflación, que aumenta en la misma proporción los ingresos del Estado, y que, al no ser deflactados, constituye de facto una subida generalizada de todos los impuestos.

La mezcla de inflación, nuevos impuestos y subida de los tributos existentes ha sido letal para disparar los efectos de la carga impositiva.

El Instituto de Estudios Económicos (IEE) ha denunciado la elevada presión impositiva que sufren empresas y trabajadores. Las cotizaciones empresariales a la Seguridad Social en España son el 25,2% de la recaudación, mientras que la media en la Unión Europea es del 17,7%, lo aportado por el Impuesto de Sociedades se situaría en un 7,2%, frente al 8,1% en la Unión Europea. Resumiendo, el tejido empresarial español aporta, a la recaudación total, casi un tercio, un 32,4% frente al 25,8% de las europeas. 

En términos nominales, el igualarnos con la media europea significaría que las empresas nacionales se ahorrarían 12.000 millones de euros por ejercicio, que podría ser utilizado para inversión. Es de vital importancia percatarnos de que, ahora mismo, nuestro país se encuentra en una trampa. Si analizamos la deuda pública de otros países, podemos observar que también va en aumento, pero ese dinero es destinado a invertir. Estos países desarrollados como Alemania, EE. UU., Japón o Corea del Sur, cuentan con industrias punteras, mientras que España utiliza su deuda para gastos corrientes, como pueden ser las pensiones. Basta con ver las empresas que cotizan en el Ibex frente a las que lo hacen en el Nasdaq. Por eso que España está más cerca de un país en vías de desarrollo, que en uno desarrollado.

Si nos fijamos en las unidades instaladas de robots industriales para la automatización de la industria por país, podemos comprobar quiénes serán los países líderes en el futuro. Estamos hablando de que España está al nivel de la India o Tailandia en este indicador.

El Instituto de Estudios Económicos (IEE) ha denunciado la elevada presión impositiva que sufren empresas y trabajadores que aportan, a la recaudación total, casi un tercio, un 32,4% frente al 25,8% de la media europea.

El ejecutivo socialista lleva semanas lanzando una campaña de propaganda sobre que pagar impuestos es un acto de patriotismo, pues bien, de aquí podemos lanzar varias preguntas. 

¿Queremos una patria donde la mayoría de la gente sufre de un empobrecimiento lento, pero constante? Porque con este elevado nivel de esfuerzo fiscal, la clase media está desapareciendo, dando lugar a una suerte de darwinismo social, donde una parte acabará siendo clase alta y otra parte, mayoritaria, acabará siendo clase baja (como sucede en los países de Latinoamérica).

La sensación de empobrecimiento y de falta de futuro y oportunidades, está presente en cada vez más sectores de la sociedad española, jóvenes, autónomos, asalariados con trabajos precarios y/o mal remunerados. Esta tendencia irá a más, ya que una ratio de deuda cada vez mayor producirá una mayor represión financiera.

Y la última pregunta, a modo de conclusión, ¿Si pagar impuestos es de patriotas para, en teoría, financiar sanidad, carreteras, educación y gasto social, y, sin embargo, a pesar de esa enorme presión fiscal, se continúa generando un proceso constante de endeudamiento generalizado, que afecta directamente al futuro de las generaciones más jóvenes y no colabora a crear una coyuntura económica pujante para ellos, entonces cómo se puede calificar a los responsables de este latrocinio?

Siguiendo su misma lógica la respuesta es corta y sencilla, de traidores