Los políticos siguen siendo elegidos en listas cerradas en las que no rinden cuentas a sus votantes.
Reconozco que es una quimera el pretender que, ese y no otro, sea el objetivo de nuestra clase política. Más bien estimo que su principal deseo es el poder y el mantenimiento del sillón, lo cual quiere decir: seguir en su puesto, llamado, de trabajo.
Un trabajo, por cierto, muy bien remunerado y que, en muchos casos, significa una puerta de escape para que al cesar por imperativo legal o porque las urnas te hayan despedido, puedas seguir cobrando del erario, es decir, de tus impuestos. Actualmente, los puestos de trabajo más deseados por aquellas personas que no destacan en profesiones de nivel (investigadores, médicos, ingenieros de prestigio, informáticos…) son los de funcionarios o políticos. En ambos casos el trabajo está asegurado, en unos para toda la vida y en los otros al menos por cuatro años, y si te portas bien y aplaudes al jefe, puedes durar otro cuatrienio. O puedes elegir la opción de pasarte al llamado Grupo Mixto que más bien parece el camarote de los hermanos Marx.
Estamos cansados de tantas promesas incumplidas, de tanto enriquecimiento a costa de la salud, de tanto filibusterismo político y de esas listas cerradas en las que no puedes eliminar a nadie porque tu voto sería considerado nulo.
No, no se presentan a las elecciones en esas listas cerradas por el que manda, los camareros, encofradores, mecánicos o chicas de la limpieza. Aunque en algún caso su conocimiento de la vida real sea infinitamente superior a la de algunos que comparecen al final de esas llamadas listas electorales.
Por qué, vamos a ver amigos, ya estamos cansados de tantas promesas incumplidas, de tanto enriquecimiento a costa de la salud, de tanto filibusterismo político, de esas listas cerradas en las que no puedes eliminar a nadie porque tu voto sería considerado nulo.
Nos bombardean diariamente con casos de corrupción, que hasta que se prueben pasarán años y tú seguirás pagando tus impuestos. No eres de la casta, no eres de la familia Pujol, ni has comprado mascarillas para revenderlas con un beneficio del trescientos por ciento.
Les importamos un carajo, pero a todos, incluida Europa, ese hermoso proyecto que nos hizo ilusionar, pero que de nuevo miran para otro lado.
Y nada podemos hacer más que descargar nuestra ira hacia el contrario, al que piensa diferente, sin darnos cuenta de que, mientras eso sucede, los que verdaderamente son corruptos son ellos, que no cumplen las promesas dadas, que te engañan y cuentan la historia el revés para seguir enfrentando a los ciudadanos. La frase más repetida es la de que “yo no he sido”, el culpable es el otro y de esa forma te confunden e insultan a tu inteligencia que, como ciudadano de a pie, “ve la realidad”, pero no la asume porque va contra lo que se considera principios, aunque esos ya no sean los que antes defendían.
No, amigos y amigas, les importamos un carajo, pero a todos, incluida Europa, ese hermoso proyecto que nos hizo ilusionar, pero que de nuevo miran para otro lado, no vaya a suceder que les toque a ellos la china.
En conclusión, ciudadanos libres y honestos. Reconozco que no todos los políticos son iguales y quedan algunos que sienten lo mismo que aquellos que hicieron posible que estemos disfrutando de una libertad condicionada por los medios de difusión. Mientras tanto, ese objetivo común de una España mejor se desvanece poco a poco.