El fútbol mueve demasiado dinero y la polémica agita todavía más el bolsillo. Mientras la ignorancia y la ordinariez sean recompensadas, seguirá habiendo descerebrados que vociferen barbaridades.

Neno, ¿te acuerdas cuando jugábamos en modestos? Choveu, ¿eh? Teníamos a aquel medio volante que era un poco jorobado. ¿Cómo se llamaba? Algo chepudo era, la verdad. Déjate de coñas, era el “Chepas”. Todos le llamábamos así y a él se la traía al pairo. También los contrarios y los matados que iban a vernos. 

El tío era bueno, distribuía bien y repartía de lo lindo. Pero el queme era total. “¡¡Cheeeeepasss, levanta la cabeza que te va a tocar el suelo!!” “¡¡Vas a salir de aquí derechito, notredame!!” Pero él a lo suyo, a dar estopa. Desgraciadamente, no teníamos negros en el equipo. Ni amarillos ni coloraos. Lo digo porque, de tenerlos, les hubieran quemado igualmente. De lo que se trataba era de provocar, de descentrar, de pichar al jugador bueno para que cometiese un error, una pifia, o igualmente, que empezara él mismo a provocar para que se montara una gorda y se perdiera tiempo. Lo mismito que ahora.

Es terrible lo que se oye y lo que se ve en un partido de infantiles; cómo se comportan papás que en otros sitios ayudan a viejecitas a cruzar la calle

Hay quien desliza que España es un país racista. Sí. Las Montero y los tertulianos a sueldo. Y Vinicius, que dice que le gritan “mono”, y no sé cuántas cosas más, los energúmenos de la grada que tiene a cinco titulares negros. Y le pasa en todos los campos. Agresión xenófoba, acoso racista, de todo dijeron. El mundo se conmueve y hasta el Cristo de Río llegó a apagarse en su auxilio. Pero al “Chepas” no le apagaron nunca una bombilla. Y, acuérdate, el asedio hacía parecer el de Troya al juego del Risk. 

Lo del fútbol es terrible. Vete sino a ver hoy un partido de infantiles. Lo que se oye, lo que allí se ve, cómo se comportan papás que en otros sitios ayudan a viejecitas a cruzar la calle, es acojonante. Menos mal que el mío lo dejó pronto y se dedicó al skate. Racismo claro que hay, por supuesto. Es estadística pura. Como también hay pervertidos, sádicos, e incluso, mira tú, algún político honesto. Pero una cosa es la estadística y otra cosa es que las bestias y tarugos calienta-gradas nos conviertan a un país en racista. Insultan al equipo contrario, claro, pero matan por una foto con los negros de sus equipos. ¿Eso es racismo, odio? Son, simplemente, cafres.

Una cosa es la estadística y otra cosa es que las bestias y tarugos calienta-gradas nos conviertan a un país en racista. ¿Eso es racismo, odio? Son, simplemente, cafres

El fútbol, en general, es un nido de macarras y los que mandan en el fútbol, una panda de fantoches. Mueve demasiado dinero y la polémica agita todavía más el bolsillo. Mientras todo siga igual, mientras la ignorancia y la ordinariez sean recompensadas, seguirá habiendo descerebrados que vociferen barbaridades a negros, calvos, trencos, gordos o chepudos. Bien arropados en el anonimato de la grada, claro. ¡Ah! y nunca faltará, como no, a quien todo esto le venga de perlas para utilizarlo y rapiñar votos. Ya sabes. No es racismo, pero en campaña tiene que parecerlo.

Juanito, sé que no me lees, pero ¡qué bueno eras!