Estos días se suceden acontecimientos políticos cada vez más disparatados y alejados del razonamiento ciudadano, incapaz ya de asimilar tanta estupidez y contradicciones que ofenden a la inteligencia.

Los ciudadanos ejercemos nuestro deber y derecho a votar o no, de hacerlo por el partido político que nos parezca más apropiado y cercano a lo que pensamos. Es nuestra libertad, una libertad que los que ya ni canas peinamos luchamos por conseguirla.

Pero los políticos son de otra galaxia, son seres que se sitúan por encima del bien y del mal, que no interpretan la realidad y que solo desean imponer su voluntad olvidándose del resultado de las urnas. Nosotros cumplimos votándolos en función de sus promesas y una vez obtenido el voto lo desvían a su conveniencia.

Esto es lo sucedido en las elecciones municipales y autonómicas realizadas últimamente ponen de manifiesto que el objetivo de dar por finalizada una etapa de gobierno que mintió descaradamente y luego “cambió de opinión”, cada vez está más alejada por culpa de los personalismos que siempre anidan en el centroderecha.

La señora Guardiola cabeza de lista del PP que no ganó las elecciones en Extremadura, antepone su interés al de su propio partido y no rema a favor del objetivo final de cambiar la presidencia del gobierno a través de las urnas. No quiere pactar con Vox, dice que le repugna, que no puede dar entrada en su gobierno a quien no condena la violencia machista.

Vox ha escogido el peor camino: el de comportarse como la contraparte de Sánchez. «La derecha que prefiere la izquierda», como le dijo Pablo Casado en aquella tarde memorable. Si el PSOE tiene alguna opción de evitar su derrota, se la debe a Vox, que se desliza por una pendiente muy preocupante. La purga silenciosa pero implacable de las figuras más liberales de la formación, y la entrega del mando orgánico a Jorge Buxadé sugieren el abandono de las posiciones institucionales, y su caída en la antipolítica.

En Valencia parece ser que los dirigentes de ambas formaciones políticas tienen otra visión o tal vez otro objetivo más consecuente e importante. En ese territorio se alcanzó un acuerdo en función de la importancia y resultado de las urnas. La violencia machista es reprobada por ambas formaciones como no podía ser de otra manera.

Si la izquierda advierte de antemano que pactará con “fuerzas progresistas”, como Bildu y ERC o Sumar. La pregunta del ciudadano de a pie es porque en el centroderecha eso no es posible. Unidas por Extremadura ofrece a Vara un acuerdo de gobierno: “Las izquierdas saben ponerse de acuerdo”.

La respuesta será que las naranjas de Valencia y las cerezas de Extremadura son diferentes.