Don Ángel Jove Capellán comienza su vinculación con el motor a través de las motos, tanto en el mundo de la competición como en el de piloto de pruebas. En los años 70 inicia circunstancialmente su relación con el mundo del coche clásico, la cual no ha cesado hasta el día de hoy, creciendo y enriqueciendo su colección a lo largo de los años. Pronto se involucran en el proyecto sus hijos, Ángel y Jorge, éste último convirtiéndose en un apasionado en el proceso de restauración de todo tipo de artilugios relacionados con la historia y su evolución.
Desafortunadamente, Jorge muere repentinamente en 1998 y un año después, su padre toma la decisión de crear la fundación que lleva su nombre y que se materializará unos años después. Esto supuso que su otro hijo Ángel reforzara su vinculación en el proyecto de la fundación, así como en el siguiente objetivo de su padre: la creación de un Museo de Automoción e Historia.
Resulta importante conocer estos antecedentes para comprender la naturaleza de este espacio que, tal y como nos comenta el actual presidente de la Fundación Jorge Jove, Ángel Jove González, en la visita que hemos realizado al museo, no se trata de un simple garaje de coches. Efectivamente estamos hablando de una de las mayores colecciones de Europa con alrededor de 500 piezas, pero en realidad, el Museo de Automoción e Historia es un proyecto cultural con un fuerte componente didáctico a través de diversos hilos conductores, uno de los cuales resulta ser la automoción.
Enseguida nos damos cuenta de ello en cuanto entramos en el museo, cuando en la entrada nos recibe majestuoso un Hispano Suiza H.S. H6 y una de las piezas más emblemáticas y sin embargo menos conocida de Pegaso, el deportivo Pegaso Z-102, pero también, para situar cronológicamente este vehículo, una centralita telefónica de principios de los años 50.
Este patrón se repite a lo largo de todas las salas del Mahi, pasando así por la música, la literatura, el campo, la economía o el cine, por poner algunos ejemplos.
Y no sólo eso, tal y como nos explica Ángel Jove en nuestro recorrido por el museo, en cada sala se sitúa un taller interactivo relacionado con alguna de las disciplinas expuestas en ella. Además, los vehículos y objetos expuestos están ampliamente documentados mediante códigos QR.
Y este es, precisamente, otro aspecto a tener en cuenta de este espacio cultural: la tecnología de última generación utilizada, lo cual se traduce, no sólo en la forma en la que el visitante puede interactuar con su terminal para obtener toda la información de características técnicas de cada pieza, así como también de fotografías y partes del vehículo no visibles, sino también en el diseño del recorrido y la forma de exponerlos. Aquí no hay cordones ni vallas entre las piezas expuestas y el público. Un moderno sistema de detección en el suelo basta para delimitar las zonas prohibidas.
Además de los 14 módulos expositivos, el Mahi cuenta con cafetería y tienda, taller mecánico, módulo de formación y biblioteca, y un espacio de fuerte componente sentimental, un taller de madera y carpintería que, además de las labores típicas de un taller de madera, alberga un pequeño museo con relación a útiles y mecanización de la carpintería de madera. Una de las actividades de este taller, además de la expositiva (se concibe como una exposición temporal), es la recuperación del patrimonio cultural, social e industrial que supone la automoción y los demás hilos conductores presentes en MAHI.
Además del taller de carpintería, Ángel nos comenta que otras de las partes importantes del museo son las salas dedicadas Hispano Suiza y Pegaso, no sólo por las piezas expuestas, sino también por la enorme cantidad de material documental.
Por último, no nos olvidaremos de la sala de automoción y deporte, en la que la Fundación Jorge Jove quiere mostrar su reconocimiento y admiración a los gallegos que han sobresalido en el mundo del motor, personalizando dicho reconocimiento en la figura de Luis Moya.
Todo esto es una pequeña parte de lo que podremos disfrutar en lo que será una oportunidad única que Ascega brinda a sus socios en una visita privada antes de que el Mahi esté abierto al público. Será el día 28 de octubre y habrá que solicitar plaza cuanto antes a través del correo de secretaría.