Lo ha vuelto a hacer. Inés Rey, todavía alcaldesa de A Coruña (y lo que queda) minusvalora el coeficiente de inteligencia de los ciudadanos y ha espetado esta semana: “Nunca ha habido un nivel inversor como el que han demostrado los socialistas con Galicia”. Lo ha dicho sin despeinarse, ni ponerse colorada la lideresa que desprecia el trabajo de las azafatas del Telecupón.
Ya hemos demostrado en un artículo publicado el pasado mes de octubre (https://ahoynoticias.com/galicia-condenada-al-aislamiento-por-pedro-sanchez/) cómo Galicia ha estado condenada al aislamiento por tierra, mar y aire, durante las legislaturas de Pedro Sánchez. Hay una larga lista de afrentas y discriminaciones en las infraestructuras, las industrias estratégicas, la pesca, el rural y los fondos Next Generation, pruebas irrebatibles del desprecio que Sánchez siente a un territorio que le da la espalda elección tras elección, porque no se olvida de las continuas humillaciones.
Aprovechamos para felicitar a los vecinos de Asturias y de Castilla y León. Tras muchos años de espera, disfrutan de un AVE que transformará su movilidad y brindará nuevas oportunidades para generar economía y empleo. En Galicia lo seguimos esperando desde mayo del 2018 y recordamos nítidamente que Sánchez nos prometió el AVE para diciembre de aquel año. Han pasado cinco años, varios ministros de Transporte y diversos delegados de Gobierno, entre los que se encuentra el actual candidato socialista a la Xunta de Galicia, José Ramón Gómez Besteiro, y seguimos esperando a que el AVE llegue a Vigo, Santiago y A Coruña y nos seguimos desesperando con los retrasos de los trenes Avril de última generación, también prometidos de forma reiterada y que acumulan retraso tras retraso.
Otro gran incumplimiento conocido es el invisible corredor Atlántico de mercancías, vital para conectar los puertos de A Coruña y Vigo con el Canal de Panamá y con la red europea, lo que permitiría a una región periférica como Galicia explotar al máximo su potencial para atraer población e industrias.
Si hay algo sangrante, es el absoluto desprecio por la seguridad vial que supone el estado lamentable de la autovía A-6, especialmente a su paso por la provincia de Lugo, donde es casi imposible transitar por el carril derecho por el terrible estado de la calzada y los enormes perjuicios que causa, cada día, la caída del puente a su paso por Vega de Valcarce, debido al nulo mantenimiento de la infraestructura, que nos condena a atravesar Pedrafita do Cebreiro y transitar por la N-VI en doble dirección, con el tráfico de vehículos y mercancías estrangulado.
El gobierno de Sánchez decidió abordar solo la construcción de un solo ramal del puente y descartó realizar la obra en los dos ramales al mismo tiempo por unos simples 30 millones que, suponemos, necesitarán sus nuevos socios nacionalistas catalanes para saldar parte de su enorme deuda.
Hay muchas más afrentas y discriminaciones con Galicia. La autovía entre Santiago y Lugo, la judicialización de la Ley de Litoral de Galicia, que ha sido recurrido por Sánchez en el Constitucional mientras le cede todas las competencias sobre la materia al País Vasco o la incomprensible falta de diligencia del presidente de turno del Consejo de la UE durante estos meses, que no aprovecho esta ventaja para evitar la exclusión de Galicia de la red principal de hidrógeno verde, una infraestructura estratégica para nuestro futuro.
En breve tendremos elecciones en Galicia y hemos comprobado que el candidato socialista, José Ramón Gómez Besteiro, ha formado parte de la comisión del PSOE que negoció con Junts y ERC la concesión de la vergonzosa amnistía y la confirmación de la condonación de la deuda y de los privilegios a las dos regiones más ricas de España, Cataluña y País Vasco. De igual manera, hemos observado con incredulidad que el único voto del BNG en el Congreso para la investidura de Pedro Sánchez ha sido regalado a cambio de nada, vista la larga lista de incumplimientos con Galicia que acabamos de enumerar.
Los hechos son tozudos, los incumplimientos son palmarios y mentir de forma reiterada, como si fuese deporte olímpico, sosteniendo el mantra de el “nivel inversor estratosférico”, que repiten como loros los dirigentes socialistas gallegos, no nos va a convencer para aceptar “pulpo como animal de compañía”. Sánchez está prisionero de siete votos de Junts, de siete votos de ERC, de seis votos de EH Bildu y de cinco votos del PNV. Sánchez favorece a Cataluña y País Vasco y discrimina a Galicia. En pocos meses nos toca pasarle la factura al “líder carismático” de los sanchistas en las próximas elecciones gallegas. Nos vemos pronto.