Una reflexión sobre la pérdida de población, la falta de oportunidades y la fuga de talento en la provincia de Pontevedra.

Es curioso como en este país somos capaces de convertir en dogma la opinión de cualquier indocumentado, pero luego dejamos pasar por alto los datos relevantes que se basan en estudios realizados con rigor científico. Por ejemplo, los valiosos estudios y análisis socioeconómicos que periódicamente ofrece el Instituto Nacional de Estadística (INE). Bien harían nuestros dirigentes en analizarlos con lupa, porque de ellos podrían extraer valiosísimas conclusiones, que les ayudasen a llevar a cabo una gestión más acorde con las situaciones y necesidades reales de la ciudadanía, a la que se supone que se deben.

El INE pronostica que, dentro de 15 años, la provincia de Pontevedra tendrá 6.153 habitantes menos y la de A Coruña tendrá 6.082 más

Leí con interés hace unos días en las páginas de este diario que el INE vaticina que dentro de 15 años la provincia de Pontevedra tendrá 6.153 habitantes menos (situándose su censo en 942.071 personas), en tanto que los 93 municipios coruñeses ganarán 6.082 residentes en ese mismo periodo.

Desde luego no hay nada de anecdótico en estos datos y sí cuestiones de fondo muy relevantes. Y es que, a lo largo de la historia, las poblaciones humanas se han asentado siempre allí donde había riqueza o posibilidades de prosperar. Y este hecho que adelanta el INE, no es una excepción sino la confirmación de la regla. 

En los últimos años, los proyectos empresariales con capacidad para atraer y fijar población han recalado más en el norte de Galicia

La pérdida de población de la provincia no tiene que ver con que los pontevedreses seamos más o menos perezosos a la hora de procrear que nuestros vecinos del norte, sino con el hecho de que las grandes empresas y los grandes proyectos que son capaces de atraer población y asentarla en el territorio, se ubican en su gran mayoría más allá de nuestra frontera provincial. En un sinfín de ocasiones, he lamentado desde estas líneas que las grandes inversiones públicas (y por lo tanto, también las privadas, porque los grandes proyectos empresariales se asientan allí donde tienen buenas infraestructuras y comunicaciones) hayan tenido en Galicia, en las última décadas, casi siempre una misma dirección: la provincia de A Coruña. 

Desde 2020, la fuga de talento en la provincia de Pontevedra se incrementó en un 14,6%

Lo que anticipa el INE no es sino una consecuencia más de ese desequilibro territorial. Y esa, y no otra, es la lectura que deberían hacer quienes rigen nuestra política. Y una vez conocidos los datos y hecho el análisis, el siguiente paso no puede ser otro que articular las medidas que corrijan ese desequilibrio.

Y enlazo esta reflexión con otra noticia que ayer mismo leí también en este periódico, en la que se informaba de que la fuga de talento se elevó hasta el 14,6% en la provincia de Pontevedra desde la pandemia. La noticia detallaba que la emigración de titulados superiores pontevedreses mayores de 25 años se incrementó un 7,3% entre 2019 y 2021. 

El desequilibrio territorial siempre origina falta de oportunidades y muchos jóvenes tienen que marcharse en busca de mejores oportunidades laborales

¿Qué quieren que le diga al respecto, si yo mismo tengo dos hijas formadas en su mayor parte aquí y que están desarrollando sus actividades profesionales en diversos lugares del mundo?

Volvemos a lo mismo. Desequilibrio es igual a falta de oportunidades locales. Y ante una situación así, para muchos jóvenes, y muy competentes por cierto, la única salida es labrarse su futuro fuera. Con todo lo que ello conlleva de sufrimiento, de gasto, de desapego…

Espero que llegue el día, más pronto que tarde, en el que quienes tienen las responsabilidades en este asunto, cojan el toro por los cuernos y le hagan frente a todas estas circunstancias. Que analicen los datos, profundicen en sus repercusiones y actúen en consecuencia al objeto de revertir la situación.