Vamos camino de que este Estado protector nos alargue la vida mucho más de lo esperado, con la nueva tasa máxima de alcohol en sangre aprobada en el Congreso.

Llevaban tiempo en el PSOE preparando el terreno y a la opinión pública para acabar presentando y aprobando en el Congreso, una proposición no de ley de reducción de la tasa máxima de alcohol en sangre a 0,2 gr/l o 0,10 mg de aire inspirado para poder conducir.

Parece de Perogrullo que nuestras señorías velan por nuestra seguridad y bienestar. De modo simplón se han llenado de supuestos “estudios contrastados” para aprobar la medida. Estudios que no dieron por buenos en el Partido Popular; lo que no entiendo es su abstención, porque es de esas medidas que no permiten ponerte de perfil. O estás de acuerdo en rebajar el límite o, como a mí, te parece una barbaridad.

Lo cierto es que el gobierno, que está teniendo una legislatura de bloqueo, ha encontrado una válvula de escape y notoriedad en esta medida y otras que, basadas en esas “fiables” encuestas o estudios, abundarán en eso de mejorarnos la vida, privándonos cada día de otro poco más de lo nuestro. No sean mal pensados, ¡dicen que es para nuestro bien!

Cuando yo era niño tuve algún amigo al que nunca le compraron bicicleta. Sus padres defendían eso del riesgo cero. El bueno de Samuel se perdió las mejores aventuras del verano, eso sí, no tiene un arañazo en las piernas.

Pues vamos camino de que este Estado protector nos alargue la vida mucho más de lo esperado, lo que no se yo es si nos habrá valido la pena vivir tan uniformados, protegidos y desmotivados.

Creo que han cogido la senda del histerismo, rebajando la tasa validada mayoritariamente en Europa; porque me parecería ciertamente duro pensar que esto ha sido una cortina de humo ante tantas vergüenzas gubernamentales publicadas

¡Ah! y ya nos les quiero contar las repercusiones económicas de la medida, no me vayan a decir que defiendo los intereses del turismo, la hostelería, bodegueros, cerveceros, distribuidores …

Creo que hay otro modo de hacer las cosas persiguiendo el mismo fin. El matar mosquitos a cañonazos es propio de quien antepone su objetivo al de toda la colectividad. De ahí la importancia de equilibrar y calibrar para que cualquier medida persiga aproximarnos a un fin, pero sin dañar nuestra economía y costumbres. Porque ni los que cumplían la tasa vigente hasta ahora eran un peligro, ni los nuevos límites mejorarán la siniestralidad. Claro que los resultados también los podrán maquillar.

¡Non si!