Crónica de una negociación fracasada para aglutinar el voto de centro derecha en Cataluña.
En fechas recientes hubo conversaciones entre el Partido Popular y la dirección del ya menguado Ciudadanos. Mientras los naranjas se ofrecieron para una coalición electoral en Cataluña, los populares solo pretendían su rendición incondicional.
El guion de uno y otro era el previsible; lo que no parece tan vendible es que los negociadores de Ciudadanos se saltasen el suyo para pretender aceptar diluirse a cambio, exclusivamente, de salvar a unos cuantos de volver a la vida civil.
A nadie se le escapa que el partido centrista está probablemente escribiendo sus últimas líneas. Pero tan cierto es que el “probablemente” es condicional, como que los principios ni se compran ni se venden y coincidirán conmigo en que el Partido Popular no facilitó ninguna integración digna.
Los vencedores no han sido generosos y los derrotados iniciaron la guerra.
Así son las guerras, los vencedores escriben la historia y no suelen ser generosos. Y es que a ese nivel tampoco puede salir airoso el derrotado por cuanto fueron ellos los que iniciaron la guerra.
Lo cierto es que el mal de altura que padecieron los naranjas en el 2019 los llevó a abandonar la naturaleza de su razón de ser, al pretender ocupar un espacio que no les era propio, tirando por tierra todo un patrimonio y esperanza para este país.
Alguno pensó que la supervivencia personal podía conseguirse negociando por el conjunto, sin filtros ni tutelas, y creo que no comprendió lo que es Ciudadanos. “Los soldados buscan la victoria, los guerreros aman la batalla”.
Saber para que se está es lo que nos legitima en nuestro día a día, y eso es lo que diferencia a quien se gana el respeto de a quien el posibilismo le marca la agenda.
Carlos Carrizosa ha frenado el sometimiento y, personalmente, creo que es lo más digno.
En este escenario, es mejor la muerte que la rendición, si esta significa diluir todo tu ser. Ya sé que es fácil hablar desde fuera cuando no tienes nada comprometido, pero algo hemos vivido para reconocer quien merece todo el respeto, aunque no comparta mucho de lo que defiende.
Carlos Carrizosa ha frenado el sometimiento y, personalmente, creo que es lo más digno. Otra cosa son las decisiones personales de integración, aquí o allá, que puedo comprender y respeto, pero el proyecto, como conjunto, no puede ser laminado fruto de una humillación.
Y cuando se cierre definitivamente el libro, empezarán el resto de los días, y quizá vuelva a haber espacio para una nueva historia.
¡Hoy, sin duda, no es el momento! … mientras tanto ¡Dignidad!