Tras pasar tres elecciones autonómicas en pocos meses, llegan unas elecciones europeas que generan gran incertidumbre, pero en las que se deciden cuestiones vitales para España.

Esta vieja Europa, de la que todo el mundo presume y que incomoda a todos, se encuentra en una encrucijada. Frente a los que defendemos más Europa, van ganando adeptos los euroescépticos que defienden la recuperación paulatina de la soberanía de los Estados miembros.

Cierto es que la polarización y la coyuntura mundial no rema a favor de la aceptación de una co-gobernanza común y solidaria. Todo merece reflexión. Mucho tendrán que levantar el pie los que tengan que gobernar las Instituciones europeas los próximos años, para volver al redil a tantos que perdieron la fe en el proyecto común.

Frente a los que defienden más Europa se encuentran los que defienden que se recupere la soberanía de los Estados miembros

Lo cierto es que estos comicios, después del empacho electoral que vivimos en nuestro país, son las más peligrosas que recuerdo. Y resulta predecible que, hasta el último de los mortales, sienta la tentación de votar con el estómago para liberar todo el cabreo que soportamos.

 

Europa nos queda lejos porque no se hizo la suficiente pedagogía con lo mucho que nos aportó y porque les han faltado reflejos a sus dirigentes para entender que, en un mundo tan globalizado, ser más papista que el Papa acaba generando rechazo por el sentimiento de desamparo de demasiados.

No estamos en tiempo de dogmatismos, sino en un momento de pelear por lo posible

Navegar con viento a favor lo hace cualquiera. Mantener el destino con el actual viento en contra es el desafío. Para eso, como ya cité antes, habrá que retocar el cuaderno de navegación y aceptar como bueno un pequeño rodeo que nos haga posible la travesía.

No estamos en tiempo de dogmatismos, sino en un momento de pelear por lo posible. Y lo posible ya no lo pueden agendar los tecnócratas, sino aquellos capaces de volver a aglutinar la confianza mayoritaria de unos ciudadanos europeos, que hoy se sienten empobrecidos por la coyuntura mundial y la soberbia propia.

Las normativas comunitarias condicionan nuestro día a día y no me parece lo más inteligente convertir nuestro voto en un plebiscito de lo que ocurre en nuestro país

La lejanía de los Órganos de decisión, el ser circunscripción única en cada Estado de la Unión y lo proporcional de esta elección, brinda la posibilidad de sentir que cualquier lista electoral que elijamos puede obtener representación. ¡No imperará, pues, aquello del voto útil!

Ya estamos muy cansados de todo este ciclo electoral eterno, y, sin embargo, vuelve a ser importante nuestra elección. Las normativas comunitarias condicionan nuestro día a día y no me parece lo más inteligente convertir nuestro voto en un plebiscito de lo que ocurre en nuestro país.

El defender solo lo inmediato vuelve a ganar adeptos y eso es una mala noticia para nuestro planeta

Sin embargo, está siendo tentador para muchos partidos el convertir estas elecciones en lo que no son y quedan al descubierto los nacionalistas, que son muchos, a pesar de que se declaran el azote de estos. ¡Es cuestión, simplemente, de un cambio geográfico en los marcos y su posición respecto al todo!

Que poca esperanza se percibe cuando hablamos de Gobernanza mundial. El defender solo lo inmediato vuelve a ganar adeptos y eso es una mala noticia para nuestro planeta y nuestra propia supervivencia como especie.

¡Malos tiempos para la lírica! o ¿quién sabe?, el día nueve saldremos de dudas.