Numerosas recomendaciones del Evangelio son aceptadas por no creyentes, por ser también normas de convivencia asumibles con facilidad, independientemente de ideología o adscripción religiosa. Uno de estos ejemplos es: “Vemos la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio”.

Las quejas de algunas ministras y dirigentes del PSOE ante los pactos logrados por PP y VOX, son una buena de ese principio. Sánchez: “Mucho más peligroso que Vox es que el PP asuma sus políticas”; Montero, “Lejos de una línea roja, está poniendo a Vox una alfombra roja”; Calviño, “Ha tardado cero segundos en echarse en brazos de Vox”; Alegría, “Se les debería caer la cara de vergüenza”; “ola reaccionaria y conservadora”; “sábado negro”; “brutalidad política contra la mujer”.

Para completar la idea que tienen en el PSOE sobre la libertad de pactos, ahí quedan las palabras del Delegado del Gobierno en Madrid: “Bildu ha hecho más por los españoles que los patrioteros de pulsera”.

El PP apoyó a los candidatos del PSOE para las alcaldías de Barcelona y Vitoria, sin que esta actitud de la “derechona” se haya visto correspondida en otras localidades..

No hace falta reiterar los pactos del PSOE con EH-Bildu, PNV, ERC y Podemos, entre otros partidos, grabados en la conciencia de los más de 8.600.000 españoles que los han rechazado en las pasadas elecciones.

Esta incoherencia de la izquierda en su conjunto y del nacionalismo, es, además, contraria a lo que ellos han pregonado en otros momentos: una cosa es ganar las elecciones y otra gobernar, porque gobierna quien tiene capacidad y talante de diálogo.

Dado que el PSOE rechaza pactar con el PP, éste ha demostrado esa capacidad de diálogo, porque ha escuchado el mandato recibido, y ha alcanzado acuerdos con Vox en más de 140 municipios y en varias comunidades autónomas. No obstante, en Extremadura el pacto ha sido imposible, no sé si por atávicos complejos del PP, por no querer llamar a las cosas por su nombre -sin eufemismos-, por la soberbia de ambos o por la libertad que les concede la dirección nacional.

¿No gusta?, ¿es contrario a sus intereses?, ¿peligran las ovejas como en el cuento de Pedro y el lobo?, o, ¿tal vez, esos 8.600.000 españoles están equivocados?. Si éste es el argumento, habría que recordarles más humildad ante tanto “votante sin criterio”.

La otra cuestión es la idea de que los pactos entre PP Y VOX, “la extrema derecha y la derecha extrema”, no son legítimos, mientras que los del PSOE con los satélites del planeta Sánchez, sí lo son. Todos los partidos que concurren a las elecciones son legales -no se sabe de ninguno que haya sido rechazado por quien tiene la competencia legal para hacerlo- y todos los pactos que puedan alcanzar entre ellos son válidos.

La democracia sí estuvo en peligro cuando se produjo la declaración de secesión de Cataluña y se violó la Constitución. Sin embargo, discrepar de determinados aspectos de ella no es delito y no pone en peligro la democracia. Dado que nuestra Constitución no es cerrada, los discrepantes deberán concitar los apoyos necesarios para modificarla, siguiendo el procedimiento contemplado en el propio texto legal.

Los acuerdos PP y VOX de ahora servirán para confirmar que el cuento del lobo ya no tiene credibilidad, aunque algunos no sepan otro cuento y sigan contándoselo a quienes quieran escucharlo.

Por otra parte, los pactos, por medio de la transacción, moderan las exigencias de quienes los suscriben e introduce a los firmantes en el terreno del realismo y del posibilismo, porque una cosa es ver el toro desde la barrera e imaginar la faena, y otra, muy distinta, coger el capote y lidiar las tareas de cada día con pragmatismo, sin engañar a los espectadores con falsos adornos.

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