Pues visto lo visto, no queda otra que hablar de lo que todo el mundo habla. Y es que España entera es un clamor en contra de lo que seguramente es la mayor afrenta que ha sufrido el derecho a la igualdad en este país. Les hablo, como bien podrán imaginar, de las concesiones que Pedro Sánchez va a otorgar a los independentistas catalanes a cambio del voto favorable en su investidura.

Desde niños, tanto en la escuela como en la familia, nos inculcaron una serie de valores morales y éticos, entre los que figuraba aquello de que no siempre el fin justifica los medios. Para quienes aún nos movemos por la vida siendo fieles a esos valores, la máxima de Maquiavelo es una absoluta aberración. Y cuando , como en este caso, es aplicada a la política, alcanza su grado extremo y absolutamente inaceptable.

Es más, en el mundo de la empresa, si tú utilizas el engaño para vender tu producto, puedes ser demandado judicialmente y ser penado. Por desgracia, en la política de hoy eso no ocurre y el engaño es utilizado libre e impunemente como una herramienta más, siempre al servicio de quien manda.

Pero todavía voy a ir más allá. Aun rechazando, como rechazo de raíz, el punto de partida de que el fin (mantenerse en el gobierno) justifica los medios (las cesiones a los independentistas), uno podría a llegar a entender muy de lejos y con muchos peros que se aplicase esta máxima si los beneficios que conllevase su utilización fuesen extraordinarios para el conjunto de los españoles. Pero no es así, sino más bien todo lo contrario. Los beneficios, que no son pocos, tanto económicos como judiciales, van a recaer de manera exclusiva en una minoría. La que precisamente reniega de la condición, de las estructuras y de las instituciones del Estado español. Es inaudito.

Para el resto de la ciudadanía, el mantenimiento de Pedro Sánchez al frente del gobierno de la nación, no acarreará más que nefastas consecuencias.

Ya viene avisando desde hace tiempo el prestigioso economista Carlos Segovia que España se está quedando cada vez más rezagada en el ranking europeo de PIB per cápita. Desde que gobierna Pedro Sánchez, países como Chipre, Estonia, República Checa, Eslovenia o Malta han superado a España en esta medida de la riqueza de los ciudadanos.

Con Pedro Sánchez al frente del timón, los españoles tuvimos en 2022 la misma renta per cápita que la media europea en 1996. Como para sentirse orgulloso, vaya. O como para justificar a cualquier precio el mantener su gobierno. Pero bien sabemos que no es la mejora de la calidad de vida de los españoles ni la de la competitividad de nuestras empresas lo que está llevando al líder del PSOE a tomar esta deriva. La única razón de que pase lo que está a punto de pasar es el miedo del propio Pedro Sánchez a perder el poder. Así que bien podríamos actualizar la frase maquiavélica y convenir que no es que el fin justifique los medios sino que en esta ocasión el fin está justificado por los miedos.