La guerra contra la inflación ha terminado y los malos datos macroeconómicos nos hacen ver una intervención expansiva más cerca.

En esta primera parte analizaremos los motivos que nos hacen pensar que la presión inflacionaria ha terminado, que no hay que confundir con bajadas de precios, estructuralmente los precios seguirán subiendo, aunque a un ritmo muy inferior, cerca de ese objetivo del 2%. La mejor forma de ilustrar esto, es el dato de que la inflación cerró diciembre en el 3,1% junto a la menor subida de alimentos en casi dos años, pero veamos el precio de los alimentos en acumulado desde el 2002.

Para muchos expertos, nos encontramos ante la amenaza de un repunte de la inflación, debido a los problemas en la cadena de suministros fruto de los sucesos en el Mar Rojo. En la imagen adjuntada en la parte inferior, vemos como ha ido variando el precio de los fletes globales a nivel intersemestral, desde el 2011. Ahora mismo nos encontramos en una subida del 106%, algo que se ha dado también en enero del 2021, septiembre del 2016 y junio de 2012. De estos 3 episodios, solo uno ha sido previo a un repunte de la inflación, lo que hacer ver esto como una casualidad y no causalidad de la inflación.

Otro motivo para pensar que la inflación ha tocado techo son los datos de empleo que no son tan sólidos como pueden parecer. Podemos observar, por ejemplo, que la reducción máxima actual del empleo en servicios de ayuda temporal sólo se ha visto en recesiones anteriores.

Otro dato interesante, el porcentaje de industrias reportando crecimiento en el ISM Manufacturero, inferior al 20%, dato que solo se ha dado en terrenos recesionarios de la economía global.

Se podría argumentar que las manufacturas tienen poco peso sobre el PIB, pues bien, analicemos ahora los servicios, componente con un 70% de peso en el PIB americano. Aquí está la historia completa del componente de empleo en Servicios ISM. La lectura actual de 43,3 ni se alcanzó en la recesión de 2001. Estos datos son importantes porque apuntan hacia una deflación fruto de la baja actividad económica.

Podemos decir que los bancos centrales intentan controlar la narrativa para influir en el mercado de bonos y mantener así una política monetaria restrictiva, aunque como veíamos en el anterior artículo, se está distorsionando fruto de los déficits y la alta expansión fiscal de los gobiernos. Esto sucede porque no tienen mecanismos reales para modificar los tipos de interés a largo plazo, de ahí que veamos gráficos como estos, donde se demuestra que el mercado es quien marca los tipos de interés.

En la línea azul vemos los tipos de interés marcados por la reserva federal, y la otra línea blanca son los futuros sobre los tipos de interés a 3 meses, si nos fijamos es la FED la que reacciona al mercado, finalmente bajándolo, y no al revés. Este movimiento, igual que en 2019, nos indica que el mercado percibe los tipos demasiado altos, teniendo en cuenta aspectos como las expectativas de crecimiento, la inflación y datos macro como el desempleo.

Aquí podemos observar lo mismo, pero con el diferencial entre el bono a 2 años y los tipos federales de la FED. En los momentos que los que la diferencia es tan notoria, la FED se ve obligada a concluir el ciclo de subidas y comenzar con las bajadas. 

Todos estos factores nos hacen pensar que nos encontramos en la fase final del ciclo empresarial. La siguiente fase será la de comenzar un nuevo ciclo de liquidez, el cual puede empezar con tipos altos, y sobre esto versará la siguiente parte de este artículo, donde demostraremos como los bancos centrales ya han claudicado a la realidad. Mientras mantienen un tono restrictivo, están impulsando pequeñas facilidades e inyecciones de liquidez.