Hay una corriente mundial que propugna la defensa a ultranza de los animales, igualándolos en dignidad y derechos con las personas.
Manuel Fuentes Lamas
Tengamos presente que es más fácil moldear el pensamiento de las personas llegando a sus sentimientos que dándole argumentos técnicos, mostrándole evidencias o razonando obviedades, por eso las campañas animalistas se basan en la compasión y en la pena. Ese es su negocio.
Un listado positivo es una relación de especies animales que se pueden mantener legalmente en nuestros hogares. Todas las demás quedan automáticamente prohibidas.
Es una idea impulsada por las mismas asociaciones animalistas que rechazan el consumo de carne, y por tanto la ganadería y la caza. Estas asociaciones consideran a los animales “seres sintientes” y en consecuencia su consumo no sería ético.
Defienden que es una opción avalada por la ciencia; sin embargo, lo poco que hay publicado ha sido financiado abiertamente por ellos mismos. Como ejemplo se encuentran el Centro de rescate y rehabilitación de mamíferos exóticos (AAP) y la organización animalista PETA; esta última llegó a afirmar que el consumo de lácteos estaba relacionado con el autismo en niños. Creo que sobra cualquier valoración al respecto.
En el año 2020, el alto funcionario del Ministerio para la Transición Ecológica (MITECO), Luis Mariano González, alababa y defendía el buen funcionamiento de los listados positivos en Holanda, Bélgica y Luxemburgo, y desvelaba que el ministerio estaba trabajando para imponerlos en España.
Pero Luis Mariano faltaba a la verdad. En Holanda los listados positivos llevaban tres años anulados por una sentencia judicial, que llegaba a prohibir a AAP participar en su elaboración por su extrema falta de imparcialidad.
Los listados positivos no son más que una herramienta de los animalistas radicales para modificar las relaciones entre personas y animales, siendo la mascota el eslabón más débil
Y este verano ha llegado una nueva carga de profundidad. El Consejo de Estado belga ha anulado el listado positivo de reptiles de la región de Valonia. Lo que pedía la ley era asegurar el bienestar animal creando una lista de especies sencillas, dejando el resto sometidas a una capacitación, pero nunca una prohibición.
El gobierno holandés se apresuró a hacer otro listado positivo tras la anulación, en este caso sólo de mamíferos. Un grupo de “expertos”, supuestamente independientes, ha realizado otro listado positivo, que ha entrado en vigor también este verano. Dicho listado prohíbe la tenencia de chinchillas o hámsteres rusos, pero permite la tenencia de un búfalo de agua. Sin comentarios. ¡5 años para esto!
El gobierno español propuso el año pasado, y las Cortes la aprobaron, la Ley de Protección de los Derechos y el Bienestar de los Animales. Ha sido la ley con más enmiendas recibidas de la democracia, numerosas asociaciones y colegios profesionales, empezando por el Consejo General de Colegios Veterinarios de España, pusieron el grito en el Cielo ante el despropósito de su articulado, pero al final la ideología radical animalista se impuso a la profesionalidad y al sentido común.
Puesta la primera piedra, la siguiente meta del actual gobierno es tener un listado positivo de mamíferos en el plazo de dos años, y lo prevé elaborar un comité “científico independiente”. Si esto es así, debería acatar que este comité decidiese que chinchillas o hámsteres no estén en ese listado. Por lo que no pueden asegurar nada, ni hablar de alarmismo o bulos. No está en su mano, y si lo está, no es un problema “científico” sino político.
El marketing social de las organizaciones animalistas llega a renombrar los zoológicos como “santuarios”, para movilizar la emoción de los posibles donantes y recaudar más dinero
Para terminar, y volviendo al caso belga, allí los listados positivos son regionales. El listado positivo valón era mucho más corto que el flamenco. Si un animal no es apto para la cautividad, no debería serlo en ningún sitio, y menos entre dos regiones de un país tan pequeño como Bélgica.
Moraleja: Los listados positivos no son más que una herramienta de los animalistas radicales para modificar las relaciones entre personas y animales, siendo las mascotas el eslabón más débil. Y esto lo afirma un veterinario que lleva toda la vida trabajando para cuidar todo tipo de animales y que ve como personas sin formación ni cualificación, amparadas en organizaciones animalistas, tienen la sartén por el mango para tomar decisiones técnicas que están muy lejos de lo recomendable desde un punto de vista profesional y muy cerca de una ideología sectaria.
Nos gobiernan radicales, Luis Mariano sigue en su puesto y desde allí se ha cargado el convenio CITES en España – acuerdo internacional para velar por el movimiento transfronterizo de animales y plantas – tras quitarle las competencias al ministerio de Industria y Comercio, pero de eso hablaremos otro día.