En los países del furgón de cola, encabezados por España, la enorme subida del precio de los coches está originando que la antigüedad media del parque de vehículos supere los 14 años.

Durante los últimos años, estamos asistiendo a un incremento significativos en el precio medio de los vehículos (coches, furgonetas, motocicletas…), que crece por encima del incremento del poder adquisitivo medio de la población. Es un caso generalizado que está sucediendo mayoritariamente en Europa donde, por su heterogénea composición, se puede realizar un análisis sociológico simplemente dando un paseo por las calles de los diferentes países para ver una muestra de su parque automovilístico.

En países como Suiza, Luxemburgo, Liechtenstein o Mónaco (todos ellos centros financieros con los salarios medios más altos de Europa) el parque automovilístico es lujoso, porque a estos países no les afecta el incremento en el precio de los vehículos. El poder adquisitivo de su población no se ve afectado por incrementos de precios y, por ello, el parque móvil sigue renovándose. En segundo término, estarían los países con salarios altos cuyo parque automovilístico se ha renovado por políticas del gobierno: Noruega, Alemania, Dinamarca, Suecia o Francia (entre otros). La población de estos países es sensible a la subida de precios de los vehículos, pero puede seguir haciendo frente a la sustitución de los antiguos, debido a programas de ayuda estatales que amortiguan esta subida de precios. 

Hay un grupo de países europeos, encabezados por España, en los que el parque de automóviles es cada vez más antiguo, a pesar de que sus gobiernos traten de estimular la demandaporque comprar un coche nuevo se ha encarecido, de media, un 50% con respecto a hace 10 años.

Y luego estaría un grupo de países, en el que se encuentra España a la cabeza, en los que, aunque el gobierno trate de estimular la demanda de vehículos su parque automovilístico cada vez es más antiguo. La respuesta es muy simple, la población no se puede permitir un cambio de coche, porque comprar un coche nuevo se ha encarecido de media un 50% con respecto a hace tan solo 10 años. 

Desde la patronal del automóvil más importante de España, la Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones (ANFAC), defienden que los aumentos de precios son fruto de I) el aumento del coste de las materias primas para fabricar los vehículos, II) el aumento de los costes laborales en las fábricas, III) el aumento de los precios de la electricidad y IV) la incertidumbre regulatoria que se impone desde Bruselas. 

El coche es el objeto de mayor presión fiscal, tan solo superado por la fiscalidad que se le aplica a las personas físicas o jurídicas.

La pregunta entonces que hay que hacerse es ¿por qué es tan importante el coche? Pero no desde el punto de vista del consumidor, sino desde el punto de vista del Estado. El coche es el objeto de mayor presión fiscal, tan solo superado por la fiscalidad que se le aplica a las personas físicas o jurídicas. Sobre el coche hay que pagar Impuesto de Valor Añadido (IVA) o Impuesto de Transmisión Patrimonial (ITP), impuesto de matriculación, Impuesto de hidrocarburos, Inspección Técnica de Vehículos e Impuestos de los vehículos de tracción mecánica. Y a todo esto hay que añadir las multas. En datos de la Dirección General de Tráfico, año tras año la recaudación aumenta, mientras que los fallecimientos por accidentes de tráfico se mantienen constantes. 

Como elemento recaudador y como bien en el que intervienen numerosos procesos de fabricación, el coche es un elemento dinamizador de una economía. España presenta numerosas fábricas de vehículos que dependen, directamente, de la venta de lo que fabrican. Si no se venden vehículos, las fábricas se paran o cierran y el Estado recauda menos. Y es por ello por lo que, cimentado en los buenos propósitos de combatir un presunto calentamiento global, desde Bruselas están obligando a los países miembros de la Unión Europea al achatarramiento de su viejo parque automovilístico para dinamizar a la industria. 

Se da la paradoja que, en las zonas de bajas emisiones, hay vehículos viejos que están obligados a pagar el impuesto de circulación, pero se les prohíbe circular.

Desde Bruselas vienen impuestas medidas que los ayuntamientos deben implementar, como las áreas de bajas emisiones en ciudades de más de 50.000 habitantes. Estas zonas implican que no se puede acceder con un vehículo viejo, porque se presume contaminante. La Comisión Europa no publica ningún documento en el que se explique por qué un coche viejo en circulación tiene mayor huella ecológica que achatarrar éste y construir uno nuevo que presuntamente consuma menos. También se da la paradoja que, en las zonas de bajas emisiones, hay vehículos viejos que están obligados a pagar el impuesto de circulación (Impuesto de transmisión mecánica), pero se les prohíbe circular.

En abril de 2021, entró en vigor para todos los fabricantes europeos el llamado “derecho a la reparación”, que se aplica a productos como lavavajillas domésticos, lavadoras, frigoríficos, pantallas electrónicas y fuentes de luz. Este hecho contrasta con las últimas informaciones de que desde la Comisión Europea se está trabajando en un reglamento que prohibiría la reparación de coches viejos por ser contaminantes y así que los consumidores puedes adquirir vehículos nuevos menos contaminantes. De nuevo existe una contradicción y un interés en colocar los nuevos vehículos que no son comprados por la acción natural del mercado.

Los vehículos viejos son los más fáciles de reparar, pero la Unión Europea pretende prohibir por ley su reparación y obligar a achatarrar esos coches.

Se da la casualidad de que los vehículos viejos son los más sencillos de reparar. Al disponer de menos sistemas de electrónica, la durabilidad de las piezas analógicas aumenta al haber menos equipos sujetos a mal funcionamiento. Es por ello por lo que se implantaría el concepto “vehículo residual”, que buscaría achatarrar, al no poderse arreglar por ley, los vehículos de más de 15 años que hayan sufrido problemas de motor, transmisión, frenos, dirección, chasis o bastidor (carrocería).

Recordemos que la edad del parque automovilístico en España no para de crecer, con una media de 14 años, lo que implicaría que muchos coches en nuestro país pasarían a ser considerados como “vehículo residual”. Tratar de acabar por ley con la longevidad de los bienes puede tener el efecto contrario en los consumidores, que rechacen consumir en determinados sectores por la obsolescencia programa de sus componentes. 

Con todo, la solución para este problema pasa por dos prismas. El primero es subir el poder adquisitivo de la población para que se puedan comprar un coche, estoy seguro de que cualquier persona querría tener un coche nuevo (entiéndase, con mejores prestaciones que el anterior), pero no se lo puede permitir o no lo ve eficiente (porque el coche nuevo tiene peores prestaciones que el viejo). El segundo prisma, pasaría por que las marcas aumentaran la rotación de unidades y bajaran el margen, para luego ganar más en los talleres propios (porque con la electrónica, cada vez menos coches se pueden reparar en talleres de barrio y los coches si o si necesitan revisión).

Las soluciones, fijarían la industria directa e indirecta que vive del automóvil; incluyendo al Estado. Hacer lo contrario, implicaría que la industria desaparecería y con ella la recaudación. Por lo que no conviene tensar mucho una cuerda que se puede acabar rompiendo.