Por Bárbara Rivas

A Coruña es una ciudad en la que lo excepcional, como no tener los presupuestos aprobados a 1 de enero, se ha convertido en normal en los últimos años para desgracia de tantos colectivos que necesitan un gobierno que haga su trabajo. No hay presupuestos y no se ejecuta aquello que se presupuestó. No puede haber mayor recorte que ese. 

Más de 200 asociaciones y entidades sociales de A Coruña recibieron este año con meses de retraso las aportaciones a las que se compromete el Concello de A Coruña y que son vitales para que puedan llevara a cabo su labor. Percibieron esas cantidades tras modificativos de crédito que se aprobaron en vísperas de las elecciones municipales del pasado 28 de mayo. El Ayuntamiento de A Coruña no aprobó presupuestos para el año 2023 y ese manejo de la interinidad se evidencia también en retrasos en las expropiaciones precisas para cumplir, por ejemplo, con el calendario de obras previsto en el nuevo CHUAC.

A Coruña estuvo 16 meses con el presupuesto del año 2020 prorrogado, un detalle que dificultó nuevas inversiones y un síntoma de los problemas para llegar a consensos por parte del gobierno local. La situación era especialmente grave en el contexto de la pandemia y de recuperación económica. Se provocaron retrasos en ayudas que precisaban colectivos y personas muy afectadas por la crisis sanitaria. No se aprendió la lección. En 2023 se repitieron los mismos pasos porque un gobierno local fracturado y en minoría absoluta fue incapaz de llegar a consensos con sus socios de investidura. Su incapacidad para entablar ese diálogo la pagaron todos los coruñeses y se evidenció con los gruesos epítetos de Lage Tuñas cuando en el primer pleno del actual mandato se encontró con que no había concejales de Marea Atlántica tras él. “Houbo persoas que, lexítimamente, querían inventar a Roda. Pero a roda xa estaba inventada. Por sorte, os sarpullidos teñen durado pouco tempo. Teñen sido bastante nocivos para a sociedade”.

Lage hablaba de los sueldos de los concejales coruñeses y a la dignidad en los emolumentos. Por poner un ejemplo, Francisco Dinís Díaz Gallego, que nunca había tenido una nómina hasta ser concejal se maneja por encima de los 64.000 euros anuales. Todos esos asuntos quedaron arreglados en junio, antes de los calores veraniegos. Pero en los calores otoñales nada se sabe de la confección de un presupuesto municipal más allá de que Inés Rey anunció la confección de un borrador y que la semana pasada Lage y el BNG escenificaron una primera toma de contacto. Estamos en octubre. 

Hasta hoy nadie tuvo prisa. En A Coruña los presupuestos son cosa de Lage y el politólogo de Outes y número dos del PSdeG estaba hasta ahora a otras cosas. Jorquera tampoco parecía estar muy apurado. Y un presupuesto no puede aprobarse de un día para otro. Antes de que entren en vigor, las cuentas deben ser aprobadas en pleno municipal. Y lo lógico y saludable sería que pasasen antes por comisión y las diferentes fuerzas políticas dispusiesen de un tiempo para analizar la propuesta antes de someterla a debate. Una vez aprobado, el texto debe publicarse en el BOP. Al día siguiente se abre un período de 15 días hábiles para alegaciones y sábados, domingos y festivos no son hábiles. A continuación se deben informar esas alegaciones, llevarlas a la comisión de Facenda y, por fin, volver a llevar el documento a pleno para su aprobación definitiva.

Que A Coruña tenga presupuestos el 1 de enero de 2024 ya empieza a parecer tan complicado, que tanto Lage como Jorquera ya no se comprometen a firmar lo que vaticinó Inés Rey en una entrevista publicada en La Voz de Galicia el pasado 10 de septiembre. “Sí”, contestó la alcaldesa a la pregunta de si la ciudad tendría aprobado presupuesto cuando empiece el próximo ejercicio. “Tenemos un pacto de investidura y de mandato con el BNG. La voluntad inequívoca del gobierno es cumplirlo, es mi compromiso, y este mes se iniciarán las conversaciones con nuestro socio preferente. El BNG tiene que ser partícipe a través de sus aportaciones, que siempre son en positivo. Trabajando así tendremos unos buenos presupuestos que entrarán en vigor el 1 de enero”, abundó Rey.

Pero Jorquera habla a estas alturas, como si fuese Rocío Jurado, de “un punto de partida”. El político nacionalista se mostró durante los últimos años especialmente critico con la práctica de que el ayuntamiento funciones sin presupuestos. “Isto é o do ti vai facendo, compromentendo gasto antes de que se aprobe”, clama. Ahora tiene la oportunidad de demostrar que lo mismo que predica puede también dar trigo.