En la actualidad, en España hay 9,2 millones de pensionistas y por cada pensionista hay 2,2 trabajadores en activo, pero en breve se jubilarán millones de personas nacidas en la década de los 60 y 70.
Suponga el lector que, durante toda su vida laboral, ha aportado una cantidad a su plan de pensiones y que en el momento de su jubilación empieza a retirar capital de manera mensual. Como el coste de vida ha ido aumentando, usted toma la firme convicción de, cada año, aumentar los retiros en un 3%. Pasados unos años rescatando capital de su plan de pensiones, recibe la llamada de su entidad financiera, que le anuncia que su saldo se ha acabado y no puede retirar más capital. Su nivel de vida no ha cambiado y al mes siguiente seguirá teniendo que atender a una serie de gastos que ha ido adquiriendo.
Cada vez habrá más personas jubiladas en España y menos cotizantes, lo que, unido a la actualización de las pensiones en función del IPC, encaminará el sistema a una quiebra segura
Siguiendo el ejemplo, y ante la hucha vacía, el lector habla con sus 2 hijos y les instruye a que vayan “ahorrando” para su jubilación en una cuenta corriente. Los hijos, obligatoriamente, aceptan instruidos por el patriarcado, mientras que el jubilado recibe ahora su pensión de jubilación gracias a las cotizaciones de la siguiente generación. Es obvio que el dinero dispuesto por los hijos no se está capitalizando adecuadamente y que cuando éstos se jubilen no tendrán nada, puesto que la generación anterior se lo ha gastado todo.
En 2025, la pensión media en España estará cerca del salario medio en muchas provincias, lo que indica claramente la insostenibilidad del sistema
Este ejemplo resume la situación de España. Para hacernos una idea del agujero, existen 9,2 millones de pensionistas y por cada pensionista hay 2,2 trabajadores en activo. Como en el ejemplo, a cada pensionista el Estado le abona un 3% adicional cada año y; como en el ejemplo, la hucha está vacía. En consecuencia, como en el ejemplo, el papá Estado obliga a la siguiente generación a aportar para su jubilación, cuyo importe sirve para abonar las cotizaciones actuales y, por ende, no existirá dinero alguno para las jubilaciones de los actuales cotizantes, nacidos a partir de la década de los 80. A no ser que la estafa piramidal se repita, lo que es altamente improbable.
El siguiente objeto de estudio es comprobar que la pensión media será en 2025 cerca del salario medio en muchas provincias. Es un dato más sobre la sostenibilidad del sistema de pensiones. La generación de los “baby boomers” atesoran la mayoría de los bienes raíces en España y adicionalmente, las mayores pensiones de la historia. En consecuencia, durante la siguiente década se producirá el mayor trasvase de riqueza intergeneracional de la historia y se darán numerosos casos en los que los familiares reciben un alto patrimonio y no disponen de la liquidez suficiente para mantenerlo.
El riesgo de perder los ingresos que reciben muchas unidades familiares, ante una posible quiebra del sistema de pensiones, los pondría en situación de pobreza
Pero el principal punto de conflicto no es la contabilidad de las pensiones en sí, sino el número de familias que depende de una pensión para su sustento. No hablamos de parejas ya jubiladas, sino de familias de varias generaciones donde la mayor entrada de dinero en casa se da por la pensión de jubilación de los miembros de la familia. Esto implica que, si se eliminaran o se redujeran las pensiones, en muchos casos el núcleo familiar se encontraría en situación de pobreza. Este caso contrasta con los jubilados que tienen sus bienes raíces pagados y reciben una pensión que pueden dotar casi el 100% del importe al ahorro.
Los gobiernos de los últimos años han decidido aplicar la estrategia de la “patada hacia delante”, en lugar de abordar una honesta reflexión sobre la sostenibilidad del sistema de pensiones
Es por ello, por lo que no le tiene que sorprender a nadie que las pensiones exploten cuando llegue el momento necesario. Que la mayoría de los países tengan sus cuentas públicas en una situación de quiebra técnica no supone tampoco ninguna sorpresa, sino un aliciente para realizar un cambio hacia un nuevo orden, con la sustitución de las actuales monedas por otras. Al final, solo hay dos maneras de solucionar esta preocupante situación: una lenta, a través de la ortodoxia en que los gastos no sean mayores que los ingresos; y otra rápida, a través de un cambio revolucionario en el que se tapen todos los problemas actuales.