Un partido que gobierna en el ayuntamiento de A Coruña tiene el deber de, como mínimo, responder a sus ciudadanos.

No, no se trata de la película de Almodóvar y nada tiene en común. Sin embargo, existe y está entre nosotros. Personas que estiman estar situadas en un plano superior, o que muestran una indiferencia hacia los demás. Eso, tal vez, puede definirse como soberbia. 

Estos días he presentado un libro cuyo título es “Entre humo de cigarros y Derechos Sociales”. Creo que dicho enunciado invitaba a suponer que, bien o mal, con estilo o sin él, su interior versaría sobre los derechos ciudadanos, como así ha pretendido el autor que soy yo mismo. El acto ha transcurrido en un ambiente de camaradería, de afabilidad, y de carga emotiva, tanto por parte de los presentadores, cuyo cartel era y son, personajes sobradamente conocidos y admirados por una gran mayoría de los que allí nos encontrábamos. 

En la presentación del libro “Entre humo de cigarros y Derechos sociales” se reunieron 227 personas de todas las edades, ideologías y condición social que disfrutaron de un acto muy emotivo

Jóvenes, personas de mediana edad y jubilados, en su mayoría, sin distinción de ideología alguna y sin crispación, sin tensión, solo análisis del libro presentado y que pueden dar fe las 227 personas que abarrotaron el local de la Once, cuya capacidad es de 135 sentados. 

Por mala educación nos referimos a la falta de valores, normas y buenas maneras en el comportamiento. Esto puede incluir falta de respeto hacia los demás, grosería, descortesía, falta de consideración y otros comportamientos que van en contra de las normas sociales aceptadas. La mala educación puede tener un impacto negativo en las relaciones interpersonales y en la percepción que los demás tienen de una persona. Es importante destacar que la educación es un proceso. 

Foto. Juan José Lojo, autor de libro, con los presentadores del acto, el exalcalde Francisco Vázquez y el periodista Pablo Portabales

Por qué escribo esto. Pues debido a que, por el contenido del libro, que discurría con agradecimiento a la defensa de atención a los mayores, con anécdotas y reuniones con grupos políticos locales que hicieron posible la aprobación de un manifiesto, se cursaron invitaciones a los grupos municipales. Y el resultado ha sido: uno la contesta y asiste, el otro se disculpa debido a otros menesteres y el tercero no responde.

Por todo lo que significan unas siglas históricas, lamento profundamente que los que gobiernan en el ayuntamiento ni siquiera se hayan dignado a responder a mi invitación

Eso, y no otra cosa, es lo que denomino mala educación, toda vez que un ciudadano que escribe un libro, que ensalza a su ciudad, que aplaude algunos logros … le duele en el alma la ausencia de un partido gobernante que dice atender a todos los ciudadanos. Puede que así sea, pero a mí y a lo que represento no me han atendido, ni siquiera contestado. 

Tal vez fuese debido a que ya pasaron las elecciones; pues bien, yo seguiré añorando aquello que fue y ya no es. Ahora, la mala educación, desprecio o prepotencia es visible. ¡Cuanto lo lamento! No por mí, sino debido a lo que significaron unas siglas históricas.