Se pide perdón por defender el Estado de Derecho y se borran graves delitos de corrupción sin que nadie se ponga colorado.

La canción de Joaquín Sabina tiene una estrofa que habla de una lengua muy larga y la falda muy corta. Dicha canción me recuerda, en muchas de esas letras, lo que está sucediendo en nuestro país en una deriva que durará más de 19 días y 500 noches. 

Los movimientos que se están produciendo, para que todo el poder recaiga sobre el partido gobernante, es un auténtico peligro para nuestra democracia. 

Los delitos cometidos, y ya juzgados, son o van a ser borrados, sin que en la historia delictiva de quienes alteraron el orden constitucional, provocaron alteraciones y desórdenes públicos, resulta que ahora se ha convertido en una protesta pacífica y los policías heridos, y con secuelas de por vida, fueron consecuencia de que ellos mismos se lesionaron.

Con la amnistía no se perdona a los que han cometido delitos graves, se les está pidiendo perdón por haber activado las herramientas de defensa del Estado de Derecho

Pero ya no les llaga eso ahora; se trata de hacer desaparecer los delitos cometidos por los dirigentes de una comunidad autónoma, Andalucía, que malversaron y se aprovecharon de decisiones para utilizar los fondos para los desempleados en otros cometidos incluyendo la utilización de dicho dinero en prostíbulos y consumo de estupefacientes. No lo escribo yo, no es una opinión, es el resultado de unas sentencias que ahora, al ser revisadas, también serán amnistiadas.

Ahora se da un paso más hacia el precipicio y el Tribunal Constitucional anula la sentencia condenatoria a Magdalena Álvarez y va por el mismo camino con José Antonio Griñán

Todo vale. Las sentencias de los tribunales recurridas y rechazadas van a ser eliminadas cuando llegan, si lo hacen, al Tribunal Constitucional, que dirige, manda y ordena el Sr. Conde Pumpido, puesto allí para tal fin. Sin embargo, no se hacen cumplir otras sentencias que ni siquiera han sido cambiadas, siendo, por lo tanto, vigentes, como por ejemplo la auténtica persecución a nuestro idioma en Cataluña y que, estos días, se ha puesto de nuevo de manifiesto en el comportamiento de una profesora que en su clase se niega a contestarle a un niño, si no realiza la pregunta en catalán. No vaya a suceder que se molesten y nos quiten los siete malditos votos.

El doble discurso, que se produce en el seno del actual Gobierno, llega al extremo de que se venden armas a Israel y se reconoce al Estado Palestino. Ambas cosas son incompatibles, como lo fue el tema de Argelia y Marruecos. No es concebible un Consejo de ministros en donde confluyan dos almas que dicen ser diferentes, y yo me pregunto: ¿Lo son?

Por último, y en mi opinión, los que dicen ser “auténticos socialistas”, mejor que se callen ya que pueden confundir a algunos, pero, en la realidad, tal vez sea una pantalla para conservar una de las tres autonomías que mantiene el PSOE.

¿O no es así, Sr. Page?

Lo dicho, la lengua muy larga y la conciencia adormecida.