La izquierda europea, antaño carente de recursos, pero vivida en ideas, ha llegado a su fin, y no me refiero a que ha tocado fondo, que también pudiera ser, si no que, una vez conseguidos sus proyectos, se ha quedado sin ideas, sin hoja de ruta, en fin, sin ilusiones. Aquella izquierda vanguardista anhelaba poseer las mismas oportunidades, los mismos derechos y las mismas posibilidades de una derecha blindada ante la incursión de cualquiera que no perteneciese a su círculo y tuviese un apellido de rango abolengo.
Estamos en el siglo 21, ya los números romanos no son “trend“, y la izquierda no solo se ha equiparado a la derecha, si no que la ha superado con creces en derechos, en acceso a puestos públicos, leyes totalmente desiguales, ayudas económicas, etc.. aparte de gozar de la aceptación popular por su buenismo y la “lucha de clases que oprime a los más necesitados”. En definitiva, se podría decir que es ahora la derecha la que trabaja para la antes marginada izquierda del siglo XX.
¿Pero, si lo tiene todo? ¿Que persiguen? Muy sencillo, como cualquier adolescente, y la izquierda es un adolescente en esta nueva vida de ricos, es fácil caer en las redes del consumismo, por lo que evidentemente lo más práctico, rápido y eficiente es crear “necesidades” de consumo por medio de la publicidad. Ese método tan antiguo y eficiente. Sólo hay una manera de tener a la izquierda en continua ebullición y es creándoles hábitos de consumo, que crean que tienen carencias todavía y que siempre hay alguien que está mejor que ellos.
Nada mueve más que la envidia y esa es la clave para que todos, sin saber por qué ni a quien ni con quién, vamos al unísono cuando se trata de bajar a alguien de puesto. Como si se tratara de un video juego, todos queremos ser el ladrón que asalta el castillo y mata a las guardias, pero nadie se pone en el lugar de los guardias del castillo, que simplemente están allí realizando su trabajo y viene un ladronzuelo a clavarle un hacha en toda la cabeza. La nueva izquierda es muy manipulable, y sus líderes, posiblemente hijos de aquellos derechones rancios, que conocen perfectamente el arte de la manipulación porque lo han visto en sus padres, lo saben. Saben que es fácil crearles esas “necesidades” y saben que van a rezar ese dogma a pies juntillas cuando se trata de igualar, pero no por subir ellos puestos, si no por hacer bajar al vecino.
Ahora mismo, la derecha es la clase trabajadora, que a base de impuestos mal gestionados mantiene la locomotora de la clase política y así puede ir sumando vagones con todo tipo de viajeros sin billete que les aplaudan y adulen con votos mientras dure el viaje…