La realidad económica de España se polariza cada vez más dependiendo de los intereses del interlocutor, aportamos datos para ver realmente cómo está España

La clase media ha sido la impulsora del desarrollo económico de España desde los años 60 del siglo pasado. Desde el año 2008 se lleva erosionando a la clase media a una velocidad que parece incrementarse desde la pandemia a través de numerosas complicaciones para su bienestar. Los últimos dos años se lleva sufriendo una inflación real de doble dígito (superior a la enunciada por los datos oficiales) que hacen que los impuestos a su vez también sean mayores ya que son medidos como porcentaje del gasto o ingreso nominal (no real). Con todo ello se crea una dicotomía entre el Gobierno, que enuncia una realidad económica fulgurante para España; y los contribuyentes, que sufren las tiranteces de la económica y no disfrutan del optimismo del Gobierno.

Sin ir más lejos, ante la publicación de los datos de paro del mes de abril el Ejecutivo destacó que “son los mejores datos de un mes de abril desde que hay registros”. Para empezar, hay que comparar peras con peras y manzanas con manzanas pues no se puede comparar unos datos de paro que cuentan como empleados a fijos discontinuos sin actividad, cosa que en otros meses de abril no pasaba. Si estás desempleado, aunque seas fijo discontinuo, no puedes figurar como persona empleada. 

Es totalmente cierto que el empleo está aguantando, pero hay que analizar la calidad del empleo: salarios cada vez más bajos en términos reales hacen que más familias tengan que entrar en condiciones de pluriactividad (tener más de un trabajo) para llegar a final de mes. Lo notorio es que a pesar de que los datos de empleo no paran de subir, el total de horas trabajadas en España todavía no ha llegado a las cifras prepandemia. La mitad de los contratos generados en el mes de abril son fijos discontinuos, este tipo de contratos enjuaga la precariedad en el empleo, pues hay que recordar que este tipo de contratos es el contrato temporal de toda la vida con otro nombre.

Los fijos discontinuos tienen poca certidumbre con respecto a su futuro por lo que es improbable que puedan adquirir bienes de inversión (electrodomésticos, automóviles o vivienda) por el desconocimiento de sus ingresos futuros. Estos bienes de inversión y su cadena de suministros son los que más valor (medido en impuestos) aportan al Estado, por lo que sin demanda de éstos productos, se irán cerrando industrias con el círculo vicioso que ya está desencadenándose.

Los bancos buscan perfiles solventes que cada vez menos población cumple, por lo que, ante la incertidumbre de los ingresos futuros, se añade también la imposibilidad de acceder al crédito. Adicionalmente, por la subida de tipos de interés, la población que puede acceder a financiación, lo hace asumiendo unos intereses altos con motivo del precio del dinero que promueve el Banco Central Europeo (BCE) en su lucha contra la inflación.

Tras 7 subidas consecutivas de tipos de interés, iniciadas en Julio de 2022, el BCE sitúa el precio del dinero en el 3,75% lo que hace que el precio de la financiación suba notablemente. A la falta de poder adquisitivo de las familias, la falta de certidumbre en sus ingresos y el aumento de los impuestos se suma el aumento de los intereses financieros, sobre todo en las hipotecas. Con un Euribor que puede llegar al 4% este verano y al 4,5% a final de año.

Los hogares también se enfrentan a la falta de remuneración de los depósitos por parte de los bancos. Con la última subida del BCE, la facilidad de depósito (el tipo de interés que reciben los bancos por depositar sus saldos en el BCE) se sitúa en el 3,25%; es decir, si al lector su banco no le está remunerando la cuenta corriente que sepa que su banco está ganando un 3,25% de sus saldos. Es algo así 

Con todo esto la tasa de ahorro de las familias está cayendo en picado siendo el gasto actual de las familias solo sustentado con el ahorro remanente acumulado en la época de la pandemia, al no poder gastar dinero. Se da un hecho que es difícilmente mantenible en el tiempo: hay muchos hogares que, para mantener el nivel de gasto después de haberse fundido todo su ahorro, tienen que acudir a los créditos al consumo.

Recientemente, los agentes sociales han anunciado un pacto por el que los convenios recogerán incrementos salariales del 4% para el 2023 y de un 3% para 2024 y 2025. Esta medida mitigará la erosión en la clase media pero desde luego el poder adquisitivo perdido desde el período postpandemia no se va a recuperar. En esta lista, afortunadamente, no hemos mencionado la factura energética, que parece que está en tendencia de volver a un precio “normalizado”.

Con todo, la clase media se enfrenta a un horizonte poco halagüeño: falta de remuneración del ahorro, aumento de los impuestos, aumento de los intereses financieros, la falta de certidumbre en sus ingresos y la pérdida de poder adquisitivo de las familias. En respuesta, los sindicatos han llamado a protestarse……en Francia por la subida de las pensiones de 62 a 64 años (en España actualmente está fijada en 67 años). 

El único brote verde, como diría el expresidente del gobierno Zapatero, es que España ya ha pasado a lo largo de su historia por estos momentos socioeconómicos y políticos que ilustró el canciller alemán Otto Von Bismark con la frase “estoy firmemente convencido de que España es el país más fuerte del mundo. Lleva siglos queriendo destruirse a sí misma y todavía no lo ha conseguido”