El gobierno de Sánchez no informó a la Xunta de Galicia ni a los ciudadanos del vertido de pellets en Portugal, ni ha puesto los medios necesarios para captar los sacos de pellets en el mar, ni ha enviado material y personal para limpiar las playas.
Seis contenedores se caen de un barco llamado Toconao al norte de Portugal el 8 de diciembre. Con la corriente empujando hacia el norte y el viento hacia el este, el contenido de las piezas se acaba desplazando y repartiendo por toda la costa gallega, asturiana e incluso santanderina. Sin embargo, sólo el nombre de una comunidad autónoma ha resonado en la prensa nacional: Galicia.
Los pellets de plástico están formados por un material que se usa para el embalaje de alimentos como botellas de agua o tuppers. Ante esto, la Xunta informa que son compatibles con los alimentos, algo que se interpreta en la prensa nacional como una declaración absurda que invita a comer los plásticos.
Portugal avisa el mismo 8 de diciembre a España, mediante varias vías de comunicación, de lo sucedido. Incluso, las autoridades portuguesas llegan a definir el contenido perdido a la deriva como “desechos peligrosos”. El Gobierno se entera, pero no lo notifica ni a la Xunta, ni a la prensa ni a la población hasta principios de enero, cuando las playas gallegas están recubiertas por pellets. Sin embargo, en la prensa nacional sólo ha resonado un culpable: Galicia.
¿Está el Ejecutivo de Sánchez poniendo a disposición de la Xunta el material de limpieza que guarda en dependencias gallegas?
El material siguió llegando desde el mar de forma constante. Los sacos flotantes se acercan paulatinamente hacia la costa para impregnarla de las virutas. Evitar que esto suceda, es decir, recopilar el contaminante desde el mar antes de que se difumine entre la arena, sería el método más efectivo para disminuir los efectos del suceso. Las competencias del mar son el Gobierno central, por tanto, es él el encargado de realizar dicha tarea, algo que no ha hecho. Sin embargo, la prensa nacional no ha parado de culpar al mismo por no activar una alerta que le permite al Ejecutivo de Madrid actuar en las playas: a Galicia.
Si no está actuando el Gobierno en el mar, donde la acción es más efectiva y donde tiene competencias, ¿por qué hemos de confiar que actúe en la costa? Es más, una vez activado el nivel de alerta 2, ¿está el Ejecutivo de Sánchez poniendo a disposición de la Xunta el material de limpieza que guarda en dependencias gallegas? Esta es una buena pregunta.
Seguro que la rotura de vestiduras, los viajes a las playas desde Madrid para hacerse una foto y las caras de disgusto son plenamente genuinas y no un intento por desalojar el Gobierno más estable que existe en España.
Galicia ha sido la culpable de todo. La Xunta se ha llevado la responsabilidad mientras la prensa equipara un mensaje de advertencia oficial de Portugal a una llamada esporádica de un particular por una incidencia en una playa cualquiera. ¿Quién deduce que unas bolas de plástico en Ribeira anuncian seis contenedores a la deriva llegando a la costa? Se ve que otros en la posición de Rueda habrían enviado a una comitiva a Viana do Castelo a preguntar que puede estar pasando.
“¡El nuevo Prestige!”, pensaron algunos mal pensados. Quizás otros mal pensados podrían pensar otras cosas. Eso sí, seguro que la rotura de vestiduras, los viajes a las playas desde Madrid para hacerse una foto y las caras de disgusto son plenamente genuinas y no un intento por desalojar el Gobierno más estable que existe en España.