Cualquier ciudadano sabe que las economías familiares están atravesando una difícil situación. Todo está por las nubes: alimentos frescos, pescado, carne, combustible, electricidad, gas, hipotecas, … Las familias lo están pasando muy mal y el número de personas en el umbral de riesgo de exclusión crece cada mes de forma imparable. Ésta situación la han ratificado a AHoyNoticias todos los responsables de entidades sociales de nuestra ciudad: Cáritas, Padre Rubinos , Banco de Alimentos, Cocina Económica, …
También sabemos a ciencia cierta que el grado de cumplimiento de los presupuestos municipales en los últimos ocho años ha sido pírrico. Nuestros impuestos municipales se recaudan puntualmente y cada año, el gobierno de turno, antes de La Marea (PSOE) y ahora del PSOE (BNG) se afanan para aprobar el documento que debería de servir para mejorar los servicios públicos y mantener en buen estado los barrios de nuestra ciudad. Una vez aprobado cada presupuesto municipal y vendido convenientemente en los medios de comunicación afines al “régimen municipal” de turno, se dedican a sestear y a final de cada ejercicio comprobamos con estupor que el nivel de cumplimiento de lo prometido es indefendible.
En un artículo publicado en mayo de 2023, informamos que en el período que gestionó Xulio Ferreiro (Marea Atlántica) quedaron sin gastar 60,8 millones de las inversiones aprobadas en los presupuestos municipales. Es decir, no se invirtieron una media de 20,3 millones cada año en los barrios, lo que supone que 6 de cada 10 euros prometidos no se destinaron a mejorar la ciudad.
Como todo puede empeorar, en los primeros cuatro años de gestión Inés Rey (PSOE) quedaron sin gastar 180 millones de las inversiones aprobadas en los presupuestos municipales. Es decir, no se invirtieron una media de 45 millones cada año en los barrios, lo que supone que 7 de cada 10 euros prometidos no se destinaron a mejorar la ciudad. Es decir, la primera conclusión es que, asombrosamente, El PSOE ha gestionado peor que La Marea el presupuesto municipal.
En ese análisis nos llamaba la atención el balance catastrófico del año 2022, en el que los socialistas no fueron capaces de invertir la cifra 69,5 millones prometidos para los barrios. Un auténtico récord Guinness de ineficacia y desidia. Pues bien, podemos adelantar, con los datos que disponemos antes de la finalización de este ejercicio, que la gestión del presupuesto municipal será todavía peor en 2023.
Y ustedes me preguntarán si eso me causa alguna sorpresa y les confieso que ninguna, pero hay una noticia que sí me ha causado estupor. Ayer se reunió, con carácter urgente, la Junta de Gobierno Local para tomar importantes decisiones. Ustedes pensarán que por fin aprobaron un plan de choque para limpiar los barrios, arreglar las aceras y asfaltar las calles, para mejorar la seguridad ciudadana que preocupa a miles de vecinos, para poner solución a la plaga de ratas o a la invasión de jabalíes, para impulsar un plan de movilidad que ponga solución al caos de tráfico o para abordar las verdaderas preocupaciones de los sufridos coruñeses. Nada más lejos de la realidad, el (des)gobierno de Inés Rey y el co-alcalde Lage Tuñas no está para esas minucias. Se han reunido de forma urgente para subir los impuestos municipales de manera rápida, insensible y sin anestesia.
La alcaldesa y su co-alcalde han decidido subir casi todos los impuestos municipales un 3%. Es decir, el año que viene, donde previsiblemente las economías familiares estarán todavía peor, a los vecinos nos subirá el IBI (conocida como “contribución”), el impuesto de circulación, el recibo de basura y de alcantarillado, las licencias urbanísticas, el impuesto de actividad económica, las tasas por el uso de los museos y de las instalaciones deportivas, …
Ustedes se preguntarán, ¿pero si no cumplen el presupuesto que prometen para qué suben más los impuestos, sabiendo que los ciudadanos estamos cada vez más apretados? La respuesta es sencilla, primero porque pueden, el PSOE tiene 11 concejales y el BNG le cede 4 concejales para perpetrar esa decisión incomprensible. Segundo porque necesitan recaudar más para pagar los sueldos de la corte de coordinadores, directores de área, asesores y funcionarios de nivel 28 que se va a traer el co-alcalde Lage Tuñas para seguir colonizando el Palacio de María Pita, bajo el silencio cómplice de unos sindicatos que están tan domesticados como el otrora combativo BNG. Y tercero, y no menos importante, para disponer de más recursos para regar con apetitosas subvenciones a los medios de comunicación de la ciudad con el objetivo de convencer a los coruñeses de que subir impuestos es bueno y que incumplir el presupuesto municipal que se promete cada año no es malo.
Inés Rey tiene dos caras; la cara A de la señora simpática, amable y de verbo fácil que transita plácidamente por la alfombra roja que cada día le ponen los medios de comunicación de la ciudad y la cara B, una persona insensible a las dificultades de las familias coruñesas y que no le tiembla el pulso para volver a subir los impuestos. Un ejemplo fácil de entender con el IBI: pudo bajar este impuesto un 10% en 2015 y se negó, después lo subió un 3% en 2019 y ahora, en 2023, lo vuelve a subir otro 3%. Es fácil de comprobar, revisen el recibo de la contribución de 2015 y miren el recibo del próximo año. Inés Rey se ha quitado la careta y lo que vemos no nos gusta nada.
Al menos nos queda el consuelo que el partido más votado por los coruñeses, el PP de Miguel Lorenzo, ya ha dicho que no cuenten con ellos para cometer ese atraco: “No apoyaremos esta indignante e injustificada subida generalizada de impuestos municipales que Inés Rey ha ocultado a los coruñeses”. Nuestro aplauso para el líder de los populares. Con nosotros tampoco van a contar.